Si supiéramos que vamos a vivir hasta los 120 años, ¿qué haríamos diferente a partir de mañana? Si está mejorando de manera global la calidad y la duración de la vida, ¿cómo querríamos vivir lo que nos resta de vida hasta esa edad?

La neurociencia es uno de los campos de estudio de mayor avance en el transcurso del presente siglo. Hoy se sabe que la incertidumbre degrada y reduce el número de neuronas por la producción excesiva de cortisol. Bien se decía a fines del siglo pasado que el estrés sería el asesino del siglo XXI.

Mientras tanto, sabemos que las neurotrofinas tienen un efecto beneficioso como factor de crecimiento del sistema nervioso y proliferación de neuronas. Su producción se estimula por medio de actitudes como la ilusión por el futuro, la confianza en uno mismo y la persistencia de nuestros esfuerzos.

Las recetas de los abuelos abundaban en sabiduría que hoy la ciencia comprueba. Nos atreveríamos a ofrecer la hipótesis de que el elemento de la fe, presente en múltiples religiones, reúne de cierta manera aquellas actitudes. Significaría que existe un conocimiento milenario acerca del bienestar humano que hoy ha venido la ciencia a comprobar.

También puede afirmarse que, si bien la incertidumbre eleva el cortisol, también impulsa el espíritu emprendedor que crea organizaciones, negocios, soluciones, satisfacción de necesidades y, en muchos casos, innovación. No tener certeza de algo es una invitación a salirse de la zona de confort, ese hermoso lugar donde nunca crece nada.

Hemos comentado muchas veces el acrónimo VICA que se utiliza para describir escenarios de crisis: volatilidad, incertidumbre, complejidad y ambigüedad. Así las cosas, no hay que esperar que el noticiero vespertino anuncie que nos encontramos en una crisis. Es más, nos encontramos en una poli-crisis global en múltiples dimensiones y niveles del quehacer humano.

Si se indaga en el concepto que Nassim Taleb denomina como “antifrágil”, pueden buscarse formas de robustecerse en la adversidad. De esta forma, lo que podría ser una compleja crisis global ofrecería una poli-oportunidad para la búsqueda de soluciones – desde la ilusión, la confianza y la persistencia – y aspirar a escenarios de prosperidad.

Este último término es un derivado de la libertad. No se puede ser prósperos sin libertad. Ni se puede vivir en paz, ni tener bienestar, ni ser felices. Qué razón tenían nuestros antepasados al recordarnos en el Himno patriótico del 15 de setiembre, compuesto en 1883: “Sepamos ser libres / No siervos menguados / Derechos sagrados la Patria nos da.”

Escuche el episodio 242 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “Ilusión, Confianza, Persistencia”.

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