Ante los constantes y significativos cambios que experimenta la sociedad contemporánea, la universidad pública tiene el desafío de plantearse una transformación profunda, impulsada por la evolución tecnológica, los cambios en los modelos de aprendizaje, las nuevas demandas sociales y la necesidad de incluir diversos sectores. Para atender estos retos, la universidad pública del futuro deberá convertirse en una universidad más ecosistémica.
Por definición, la ecología estudia las interacciones de los organismos entre sí y con su entorno. El ecosistema es el espacio donde ocurren esas interacciones. La universidad ecosistémica está llamada a ser un espacio habilitador y catalizador de conexiones entre diferentes elementos para promover el aprendizaje, la generación de conocimiento, la prestación de servicios, el desarrollo productivo, y el bienestar de la sociedad.
La universidad es un ecosistema de ecosistemas. Se pueden identificar al menos cinco de ellos. En primer lugar, están las diferentes comunidades de personas: docentes, estudiantes, administrativos y exalumnos. Cada una de estas comunidades juega un papel fundamental en el engranaje institucional. Es crucial que la universidad no solo cultive estas relaciones durante la etapa formativa, sino que también fomente lazos duraderos con sus exalumnos mediante programas de seguimiento y vinculación más robustos.
En segundo lugar, encontramos el ecosistema de las actividades sustantivas: la docencia, la investigación y la acción social. La docencia se verá enriquecida por la integración de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial y la realidad virtual, que permitirán ofrecer experiencias de aprendizaje más personalizadas y flexibles. Habrá un equilibrio entre el aprendizaje en línea y el presencial. La formación continuará siendo integral e inclusiva, pero se desarrollará con mayor énfasis el pensamiento crítico, la comunicación efectiva, el liderazgo y el trabajo en equipo.
La investigación y el desarrollo se verán profundamente transformados por la necesidad de generar soluciones más innovadoras a los desafíos locales y globales. Generar y compartir conocimiento para la sociedad del futuro requerirá una mayor interdisciplinariedad, el uso de tecnologías avanzadas, una mayor integración de estudiantes, la colaboración internacional y la diversificación de fuentes de financiamiento. Esta nueva era de la investigación estará marcada por una mayor conexión entre la academia, el sector productivo y la sociedad civil.
La universidad pública redoblará su compromiso con la acción social, llevando conocimiento, servicios y desarrollo a las regiones más vulnerables. Contribuirá a la solución de problemas como la pobreza, la desigualdad y el autoritarismo. La acción social también incluirá la transferencia de conocimiento al sector productivo. La universidad del futuro será más emprendedora. En el futuro será más fácil crear empresas de alto valor agregado en conocimiento dentro de la universidad.
El tercer ecosistema involucra a las universidades dentro de la universidad. Los sistemas de estudios de posgrado evolucionarán hasta convertirse en una universidad en sentido estricto, al igual que los programas de educación continua. Esta última universidad constituirá un espacio de aprendizaje para toda la vida y para todas las edades. La necesidad de actualizarse es y será permanente. Siempre será necesario adquirir nuevas certificaciones de habilidades específicas.
El cuarto ecosistema está compuesto por la red de universidades públicas, que en el futuro estarán mucho más integradas e interconectadas. Esta integración permitirá que los estudiantes puedan tomar cursos en otras carreras y en otras universidades. Se optimizará el uso de recursos como bibliotecas, auditorios y equipamiento. Otros beneficios incluyen la disminución de costos, la creación de sinergias, la reducción de duplicidades y el aumento del impacto para el país.
En quinto lugar, las instituciones de educación superior públicas estarán plenamente integradas en el ecosistema más amplio de la sociedad, trabajando en estrecha colaboración con el gobierno, el sector privado, organizaciones sin fines de lucro y otros actores de la sociedad civil. Habrá más alianzas estratégicas orientadas a abordar los desafíos sociales, económicos y culturales más apremiantes. En el futuro, habrá más centros de investigación especializados en problemáticas regionales.
La universidad ecosistémica del futuro es posible, pero requiere de una visión clara, un liderazgo sólido, un compromiso decidido y buena voluntad.
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