Este año ha sido particularmente especial para Francia. El país acogió los Juegos Olímpicos y Paralímpicos, conmemoró el 80º aniversario del desembarco de Normandía y se dispone a dar vida de nuevo -el 8 de diciembre próximo- a Notre-Dame de París. A esta lista hay que agregar un evento de la mayor importancia que recibiremos en pocos días.
La Cumbre de la Francofonía 2024, la primera que se celebra en Francia desde hace treinta y tres años, pondrá de manifiesto el poder universal de la lengua francesa. El lugar donde se llevará a cabo está a la altura del evento: el Castillo de Villers-Cotterêts, ese espacio impregnado del aura de Molière y de Dumas, donde en 1539 Francisco I hizo del francés la lengua de todos los documentos del Estado y donde se inauguró la Ciudad Internacional de la Lengua Francesa el año pasado.
Cinco siglos después de ese edicto fundacional, la lengua francesa ha adquirido las dimensiones del mundo. En la escena geopolítica, la gran familia de la Francofonía, con 321 millones de hablantes en los cinco continentes, desempeña un papel decisivo en el concierto de las naciones para promover sus valores de democracia, respeto de los derechos humanos y diversidad.
Esta cumbre brindará la oportunidad de explorar nuevas vías de cooperación ante los desafíos que se avecinan a la humanidad durante las próximas décadas y que requieren que unamos nuestros esfuerzos. La Organización Internacional de la Francofonía, con el apoyo de sus Estados miembros, se ha puesto manos a la obra: la institución se ha renovado para afrontar nuevos retos y dedicarse plenamente al servicio de las personas, en particular de los jóvenes y las mujeres, que encarnan el futuro de nuestra comunidad. Ha situado la innovación en el centro de su proyecto.
Esta XIX Cumbre se enfocará en un tema ambicioso, "Crear, innovar y emprender en francés", y contará con diversos jefes de Estado y de Gobierno, entre ellos Costa Rica, un país amante de los valores que transporta universalmente la lengua francesa.
Es con mucho orgullo que podemos decir que Costa Rica es un país clave en Latinoamérica. Miembro observador de la Organización Internacional de la Francofonía desde 2014, es el único país de América Latina en el cual la enseñanza del francés es obligatoria durante 3 años en el sistema de educación pública.
Esto ha traído un beneficio directo a los ciudadanos de ambas naciones. Por ejemplo, desde 1982 cerca de 900 costarricenses francófonos han podido ser asistentes de idioma y vivir una experiencia remunerada en Francia. A su vez, por un sistema de reciprocidad único con Costa Rica, jóvenes franceses también llegan a reforzar las clases de francés impartidas en el sistema público y privados costarricenses y enriquecer así los conocimientos en ambas vías.
La relación de Costa Rica con la lengua francesa cuenta también con instituciones emblemáticas conocidas y queridas por muchísimos costarricenses. Desde el corazón de San José, en su bello edificio patrimonial, la Alianza Francesa recibe todos los años a centenares de estudiantes y de asiduos de actividades culturales de vanguardia. Cada año también, cientos de padres de familia eligen al Liceo Franco-Costarricense para dar a sus hijos una educación del más alto nivel vectorizado por la lengua francesa, sus valores y su excelencia.
En 2024, se sumó la tercera escuela pública del MEP en obtener el sello “FrancEducation”, otorgado por el gobierno francés a los centros bilingües francófonos con estándares de excelencia. Y a nivel superior, la Universidad de Costa Rica y la Universidad Nacional son miembros de la Agencia Universitaria de la Francofonía (AUF), una red de más de mil universidades en todo el mundo que cooperan y se nutren mutuamente. En este marco, 24 costarricenses han sido becarios del Master a distancia en Francés Lengua Extranjera (FLE) y Didáctica del Francés del programa de la Universidad de las Antillas.
No es de extrañar, entonces, que muchísimos líderes de opinión, empresarios, políticos, académicos y científicos costarricenses que han hecho y siguen haciendo grandes aportes en este bello país hablen la lengua de Molière.
Tampoco es de extrañar que Costa Rica ha sido desde siempre una voz determinante en los más importantes foros mundiales de los valores transportados por la Francofonía, los cuales tienen a los derechos humanos como su gran faro.
Juntos, seguiremos haciendo nuestras las palabras de Léopold Sédar Senghor: “La Francofonía es ese humanismo integral que se teje alrededor de la Tierra”. Más que una ambición, un camino hacia el futuro.
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