El envejecimiento de la población y las transformaciones en la estructura familiar han posicionado los cuidados como una prioridad en las políticas sociales. En Costa Rica, el Sistema Nacional de Cuidados (Sinca) fue creado precisamente para responder a las crecientes demandas de una sociedad envejecida y facilitar la inserción laboral de las mujeres. Esta política pública, orientada a la garantía de derechos y la promoción de la equidad social, representa un esfuerzo significativo en esta dirección. Aunque enfrenta desafíos importantes que limitan su efectividad y exponen áreas de mejora en su diseño y ejecución, el Sinca también presenta aspectos positivos clave que subrayan su valor y potencial para mejorar el bienestar en Costa Rica.
El Sinca tiene como propósito asegurar el acceso universal a servicios de cuidado para personas en situación de dependencia, incluyendo personas mayores, personas con discapacidad y niños en situación de vulnerabilidad. Al mismo tiempo, busca reducir la carga de cuidado que recae desproporcionadamente sobre las mujeres, promoviendo una distribución más equitativa de estas responsabilidades. Aunque estos objetivos reflejan una visión progresista y necesaria, el Sinca aún se encuentra en construcción y carece de una estructura operativa lo suficientemente robusta para alcanzar sus metas en la práctica, limitando su efectividad actual. Sin embargo, el enfoque inclusivo del Sinca también apunta a fortalecer la participación laboral femenina y fomentar una cultura de corresponsabilidad en el cuidado, una meta esencial para una mayor equidad social.
A pesar de su pretensión de universalidad, el Sinca ofrece servicios desigualmente distribuidos, concentrándose en áreas urbanas y dejando desatendidas a las comunidades rurales y de difícil acceso. Además, la política prioriza a personas en situación de pobreza extrema, excluyendo a personas dependientes que, sin cumplir estos criterios económicos, también necesitan cuidados. Esta limitación pone en cuestión su verdadero compromiso con la equidad. Sin embargo, la integración de Organizaciones de Bienestar Social en el Sinca –centros diurnos, hogares de larga estancia entre otros— permite aprovechar la experiencia de estas entidades en las comunidades. Este rol complementario ayuda a cubrir vacíos en la prestación de servicios y fortalece la red de apoyo en todo el país, incluso en las zonas más alejadas.
Los servicios del Sinca se encuentran distribuidos entre varias instituciones y carecen de una estructura de gobernanza central que supervise y coordine eficazmente sus esfuerzos. Existe una Secretaría Técnica, pero este órgano enmarca los servicios del Sinca desde una perspectiva operativa teórica, ya que en la práctica se depende de las Organizaciones de Bienestar Social para la prestación de cuidados, entidades comunitarias que han venido ofreciendo estos servicios desde hace mucho tiempo. Esto no solo provoca duplicaciones y vacíos en la atención, sino que también dificulta la experiencia de los usuarios al navegar el sistema. La ausencia de un liderazgo cohesivo y de una visión unificada revela una estructura débil que compromete la efectividad general del sistema. Sin embargo, al involucrar a varias entidades, el Sinca promueve una colaboración interinstitucional que podría consolidarse en el futuro como una red de apoyo integral.
La sostenibilidad financiera del sistema de cuidados debe ponerse en las prioridades públicas. La financiación del Sinca, dependiente en gran medida de fondos públicos, muestra evidentes fallas en su sostenibilidad, especialmente considerando la demanda creciente y el envejecimiento acelerado de la población. Sin un modelo de financiamiento estable y adaptado a la realidad demográfica de Costa Rica, el Sinca se convierte en una política frágil, amenazada por restricciones presupuestarias que comprometen la calidad y continuidad de los servicios que intenta ofrecer. No obstante, el Sinca cuenta con el respaldo del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que aporta asistencia técnica y financiamiento, además de apoyar la adopción de tecnología. Este apoyo estratégico fortalece la infraestructura del sistema, promoviendo la innovación y la capacitación, y estableciendo una base sólida para su sostenibilidad futura.
El Sinca también se distingue por su potencial para promover la economía plateada en Costa Rica, creando oportunidades de negocio derivadas del cambio demográfico. Esto incluye la capacidad de generar empleos en el sector de cuidados y el desarrollo de servicios especializados para personas mayores, como el monitoreo remoto y el turismo adaptado. Si bien este objetivo se ve limitado por deficiencias estructurales, el Sinca tiene la capacidad de convertirse en un motor de crecimiento económico inclusivo en Costa Rica, consolidándose como un actor clave en la economía plateada y contribuyendo a la creación de empleos formales y a la inclusión social de las personas mayores.
El Sistema Nacional de Cuidados de Costa Rica es una iniciativa ambiciosa, necesaria y urgente para proteger a las personas dependientes y promover la equidad de género. Aunque enfrenta desafíos en términos de cobertura, financiamiento, coordinación y monitoreo, sus puntos fuertes subrayan el valor que aporta a la sociedad costarricense. Con el fortalecimiento de su gobernanza, un financiamiento adecuado y una integración efectiva en la economía plateada, el Sinca podría evolucionar hacia un modelo sostenible y efectivo de cuidados, capaz de responder a las demandas de la población en Costa Rica.
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