En los últimos dos años, dos de mis tías costarricenses, una amiga cercana en Nicaragua y mi banquero en los Estados Unidos han sido diagnosticados con tumores en crecimiento. Estos diagnósticos son difíciles de comprender. Costa Rica, famosa por su conciencia ambiental y su sistema de salud universal, ofrecía a mis tías una vida tranquila y sin estrés. Mi amiga disfruta del lujo de trabajar de manera remota, muchas veces desde la piscina de su casa, mientras que mi banquero lleva un estilo de vida excepcionalmente saludable: se abstiene de consumir alcohol, hace ejercicio a diario y sigue una dieta orgánica. A pesar de estas circunstancias aparentemente ideales, sus diagnósticos son desconcertantes y plantean muchas preguntas.

Comencé a reflexionar sobre el papel de los factores ambientales en las crisis de salud modernas, que afectan tanto a humanos como a animales. Entre los innumerables materiales que encontramos diariamente, el polipropileno (PP) se destaca como uno de los más omnipresentes. Desde el momento en que nacemos hasta el día en que morimos, estamos rodeados por este material, ya sea en los chupetes y biberones para nuestros hijos o en los purificadores de aire en nuestros hogares. Alarmantemente, cada vez hay más evidencia de que estos materiales también están infiltrándose en nuestro entorno natural.

Los microplásticos se han encontrado en diversos lugares del mundo, lo que ilustra el alcance de esta contaminación. Por ejemplo, investigadores detectaron microplásticos en 28 muestras líquidas recolectadas de nubes en la cima del Monte Tai, en el este de China. En la Fosa de las Marianas, uno de los puntos más profundos del océano, investigadores chinos descubrieron 2,000 piezas de microplástico en solo un litro (aproximadamente cuatro tazas) de agua. Incluso en la Antártida, se detectaron microplásticos en cada una de las 19 muestras tomadas de la región de la Isla de Ross. Los biólogos marinos creen que el zooplancton confunde las partículas de PP con alimentos, ingiriendo microplásticos que luego se hunden al fondo del océano con sus excrementos. El polipropileno ha invadido casi todos los aspectos de la vida, lo que genera serias preocupaciones sobre su impacto a largo plazo en la salud humana.

Un estudio publicado en Nature Food demostró que se liberan 16.2 millones de partículas de microplástico por litro de biberones cuando se exponen a agua a altas temperaturas. Otro estudio, publicado en The New England Journal of Medicine, examinó a 304 pacientes utilizando técnicas avanzadas como la pirólisis-cromatografía de gases-espectrometría de masas y el análisis de isótopos estables. El estudio encontró PP en la placa de la arteria carótida y, tras 34 meses de seguimiento, lo vinculó a un mayor riesgo de infarto de miocardio, accidente cerebrovascular o muerte.

Investigaciones adicionales, publicadas en el Journal of Hazardous Materials de Elsevier, detectaron microplásticos de poliestireno (PS) en los cerebros de ratones solo ocho semanas después de la exposición, lo que llevó a importantes deterioros en el aprendizaje y la memoria. Una revisión de más de 165 artículos publicados en Science of the Total Environment la última década destacó el potencial de los microplásticos para alterar funciones endocrinas, la reproducción, el desarrollo cerebral y la función renal tanto en humanos como en animales.

Ante la amenaza urgente para la vida en la Tierra, la comunidad internacional ha priorizado la finalización de un instrumento legalmente vinculante sobre la contaminación por plásticos para finales de 2024, tal como se describe en el Pacto del Futuro, adoptado por consenso este año. La quinta y última ronda de negociaciones, celebrada en Busan, Corea del Sur, es un evento crucial, ya que ofrece la oportunidad de que el mundo establezca un marco para prevenir y eliminar los contaminantes plásticos dañinos. Sin embargo, si el resultado es un acuerdo amplio que carece de medidas prácticas y detalladas, solo proporcionará una tranquilidad superficial mientras la contaminación sigue aumentando sin control.

Como orgulloso ciudadano costarricense y graduado de la Universidad Nacional de Pukyong en Busan, Corea del Sur, me gustaría ofrecer las siguientes soluciones prácticas para abordar la contaminación por plásticos. Estas sugerencias buscan apoyar a los negociadores costarricenses, así como a mis amigos, profesores, compañeros de clase y colegas universitarios surcoreanos involucrados en esta última ronda de negociaciones:

  1. Responsabilidad Extendida del Productor (REP): Obligar a los fabricantes a asumir la responsabilidad del ciclo de vida completo de sus productos plásticos. Esto debe incluir la introducción de regulaciones que fomenten el uso de materiales sostenibles y la reducción de plásticos de un solo uso, como la implementación de impuestos o sanciones según el impacto ambiental.
  2. Regulaciones globales sobre el comercio de residuos plásticos: Prohibir la exportación de residuos plásticos a países con infraestructura de reciclaje inadecuada. Armonizar los símbolos y clasificaciones de reciclaje a nivel mundial para garantizar procesos de reciclaje consistentes y reducir la contaminación en los flujos de reciclaje.
  3. Eliminación progresiva de los plásticos de un solo uso: Prohibir gradualmente los artículos de plástico de un solo uso no esenciales e introducir impuestos sobre estos plásticos y su embalaje. Estas medidas desincentivarán el consumo y fomentarán el uso de alternativas ecológicas.
  4. Apoyo a la infraestructura de gestión de residuos en países en desarrollo: Ayudar a los países en desarrollo a construir infraestructuras eficientes de recolección y reciclaje de residuos, particularmente en regiones donde los desechos plásticos se filtran en océanos y ríos. Además, exigir a las empresas y gobiernos que compensen el plástico que producen, promoviendo una economía circular.
  5. Limpieza oceánica y mercados de créditos de plástico: Financiar y apoyar iniciativas como The Ocean Cleanup, que se enfocan en la eliminación de plásticos de los océanos y ríos. Fomentar la participación de gobiernos locales y ONG en esfuerzos de limpieza a gran escala. Además, establecer un sistema de "créditos por contaminación plástica", similar a los créditos de carbono, donde las empresas y los países puedan ganar créditos por eliminar plásticos del medio ambiente.
  6. Promoción de alternativas biodegradables: Invertir en investigación y desarrollo para crear alternativas biodegradables y compostables a los plásticos tradicionales que se descompongan en entornos naturales. Proporcionar incentivos para que las industrias adopten materiales biodegradables o reutilizables.
  7. Campañas educativas y de concientización para los consumidores: Implementar programas educativos para crear conciencia sobre la contaminación por plásticos, dirigidos a escuelas, comunidades y empresas. Además, desarrollar sistemas de etiquetado que informen a los consumidores sobre el contenido de plástico y el impacto ambiental de los productos, capacitándolos para tomar decisiones de compra ecológicas.
  8. Monitoreo global y cumplimiento: Establecer una agencia internacional responsable de rastrear los desechos plásticos, fijar objetivos de reducción y hacer cumplir el cumplimiento de las políticas de reducción de plásticos. Imponer multas a los países que no cumplan con los objetivos acordados o que violen las regulaciones sobre el comercio de residuos.

Los plásticos, una vez celebrados por su conveniencia y utilidad, ahora representan una amenaza existencial tanto para la salud humana como para el medio ambiente. El mundo debe actuar de manera decisiva para proteger el planeta, salvaguardar la salud pública y asegurar que nuestro legado sea uno de restauración y sostenibilidad, en lugar de destrucción. El tiempo apremia, y las decisiones que tomemos hoy moldearán el mundo de mañana.

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