Apenas voy a cumplir 40 años, pero mi generación aún tuvo la oportunidad de jugar en las calles. Crecí en una calle sin salida, donde las mejengas eran épicas. En el barrio había unos diez amigos muy entusiastas y no éramos tan malos en el fútbol. De vez en cuando, buscábamos retos en la plaza o en algún barrio cercano, y a veces teníamos que salir corriendo porque los partidos se calentaban más de lo esperado. También contábamos con el TEC, que nos abría las puertas para jugar. Eran tardes interminables e inolvidables. Estoy convencido de que disfrutar de mi niñez y adolescencia de esta manera contribuyó enormemente a mi estabilidad mental, especialmente en medio de algunas situaciones familiares turbulentas.
El próximo 10 de octubre celebraremos en todo el mundo la salud mental: un derecho humano fundamental, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). Las estadísticas revelan que, además del abuso y la violación de los derechos humanos, las afecciones mentales aumentan la incidencia del consumo de sustancias psicoactivas, la criminalidad y el suicidio. Las personas con problemas de salud mental graves viven entre 10 y 20 años menos que la población general. La OMS estima que más de 55 millones de personas viven con demencia y se prevé que esta cifra aumente a 78 millones para 2030 y a 139 millones para 2050. Estos datos son alarmantes.
Los espacios públicos como medicina preventiva
El estrés ha sido catalogado como el origen de muchos males y está relacionado con múltiples padecimientos y muertes prematuras. Los espacios públicos, especialmente aquellos que ofrecen entornos naturales como parques y jardines, así como aquellas áreas que permiten ejercitarse y disfrutar con familia y amigos, pueden proporcionar un refugio frente al estrés diario.
Además, muchos espacios públicos podrían ofrecer oportunidades para la actividad física al aire libre. La actividad física regular está asociada con una mejor salud mental, ya que ayuda a reducir el estrés, mejora el estado de ánimo y aumenta la autoestima. También son lugares de socialización en los que se puede disfrutar de la cultura, la música, el baile y el arte.
Lamentablemente, en Costa Rica, muchos espacios públicos están dominados por la delincuencia y no se observa una ruta clara para mejorar esta situación. En otros países estos espacios son abundantes. Por ejemplo, en la Ciudad de México hay más de 1,500, mientras que El Salvador está trabajando en la revitalización de su centro histórico y en la creación de nuevos espacios públicos. En lugar de ser áreas seguras, muchos de nuestros espacios se convierten en refugios para vendedores y consumidores de drogas, transformándose en zonas oscuras y peligrosas que disuaden el tránsito. Es una pena que no sean lugares bien iluminados, seguros y animados, llenos de música, artistas, turistas y familias.
La inseguridad ciudadana como flagelo contra la salud mental
Los tiempos han cambiado. Hoy en día, es menos común que los niños y jóvenes disfruten de esos espacios. Ahora, quedarse en casa se considera más seguro. En mi caso, quedarme viendo televisión era un castigo; lo que realmente quería era salir a jugar, correr y gritar. Sin embargo, hoy esa posibilidad se ha convertido en una medida de precaución.
La inseguridad ciudadana en nuestro país está causando estragos. Según la última encuesta sobre el desempeño del gobierno en Costa Rica, un 65.8% de las personas siente que la seguridad ha empeorado y un 47% de la población percibe un deterioro de la educación, durante los últimos 12 meses.
El panorama es oscuro: limitaciones en la educación, aumento de la criminalidad, impunidad, escasez de espacios públicos, incremento del estrés y deterioro de la salud mental. Desearía regresar a 1994 pero, como no puedo hacerlo, he decidido volver a las canchas de fútbol para retarme a mí mismo y contribuir con mi bienestar. Eso sí, ahora juego con veteranos.
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