En 2009 se unieron la mente visionaria de Henry Selick con la pluma destacada de Neil Gaiman para darle vida a un proyecto inolvidable: la película Coraline. Para ese entonces, Selick venía de dirigir James and the Giant Peach (antes de eso, había dirigido para Tim Burton la famosa The Nightmare Before Christmas) y Gaiman llevaba algunos años de cosechar éxitos con Coraline, la novela.

Para Gaiman no había sido tan fácil la historia. Inició su libro Coraline para poder leerle a su hija, que en ese momento era una niña. Pero duró tantos años que tuvo que dedicárselo a su siguiente hija, porque la primera ya había crecido demasiado para un cuento con una protagonista de 11 años. Pero bueno, una vez publicado, llega Selick y tenemos un par de cracks de talla mundial creando una película inolvidable.

Con su impermeable amarillo, cabello azul, carita chueca pero linda, de ojos –no botones, sino ojos– penetrantes y mente aguda y un poco alucinante. Heroína sin superpoderes, mágica sin necesidad de sombreros o varitas, única en todos los aspectos…. bueno, para ser apegados a la verdad, se dice que construyeron unas seis mil trescientas caras de Coraline Jones para poder darle movimiento al personaje.

Porque con Coraline estamos ante una película de stop motion, la primera del estudio Laika (que luego nos darían largometrajes como ParaNorman, Boxtrolls, Kubo and the Two Strings o Missing Link y que próximamente nos traerá Wildwood). Stop motion significa que, solamente para que Coraline ponga los ojos en blanco ante el hastío, se requieren más de 50 fotogramas diferentes con varios juegos de caras y ojos diferentes… y sí, lo de los ojos y el hastío es cosa importante cuando se trata de Coraline Jones.

A Coraline no le da miedo la oscuridad, el vacío ni los pozos sin fondo, su único enemigo es el aburrimiento… desde que su familia se mudó no ha podido librarse de él, y eso que ya contó –con la pericia de un auditor – la cantidad de ventanas y puertas y todo lo azul: doce ventanas con goteras, doce insectos – ¡asquerosos! –, un viejo calentador de agua oxidado, un niño azul aburrido en un cuadro muy aburrido, cuatro ventanas increíblemente aburridas y ninguna otra  puerta.

Su suerte parece mejorar cuando encuentra una “pequeña yo”, una muñeca que se le parece y viste como ella, pero con ojos de botón, la “pequeña yo” va ser una buena compañía para sus aventuras. Porque Coraline tiene un don (tiene muchos, pero hay uno que es particularmente importante para la historia), y es que, cuando llega la noche puede atravesar la puerta que la separa del Otro Mundo, un mundo similar al común pero lleno de aventuras, donde todos tienen ojos de botones… la idea de su Otra Madre (la versión del Otro Mundo de su mamá) es que Coraline también decida ponerse los ojos de botón. Eso de los botones a Coraline no le gusta mucho, pero todo lo demás del Otro Mundo sí que le es muy interesante, así que aprovecha todas las noches para escaparse a él.

Claramente, Coraline es curiosa como un gato, y todos sabemos eso que dicen de los gatos con relación a la curiosidad y lo que les ocurre por ser curiosos… así que, evidentemente, Coraline va a tener que enfrentarse a la muerte. Pero bueno, otra cosa con los gatos es que siempre caen parados, así que no hay que temer por Coraline, tiene suficientes vidas como para salvarse a ella, y a otros más por ahí.

Ella es incomparable, inigualable, indomable, incólume (traducido al tico “incólume” significa “a cachete”) y escupe comentarios mordaces como una víbora. Vence brujas malvadas, habla con los animales y los muertos, libera almas en pena, enfrenta y vence a los universos paralelos… y apenas se despeina (ojo que despeinarla requiere varias pelucas de apenas unos 5 cm, con los cabellos azules pegados uno a uno a mano y movidos igualmente a mano y uno a uno, además de muchos, muchos fotogramas, así que igual no es tarea fácil).

Para quienes querían heroínas fuertes y modelos femeninos de poder, ahí está Coraline, apoderándose de la escena desde hace 15 años. Es como una princesa de Disney “con esteroides”. Apenas en la pubertad y ya el término de “badass” le queda corto.

*El pasado agosto el estudio Laika celebró los 15 años de la película Coraline con varias actividades alusivas a la niña Coraline y a su mundo (y su Otro Mundo, también), pero, principalmente lo  conmemoró con una versión 3D remasterizada del clásico filme que siempre gusta, con su opening macabro y sombrío y su memorable protagonista. El mejor cumpleaños para Coraline.

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