La seguridad vial es un tema crítico que afecta a toda la población, pero hay grupos vulnerables que sufren desproporcionadamente las consecuencias de la falta de atención en esta área.

Las personas sordas, en particular, enfrentamos desafíos únicos que, si no se abordan adecuadamente, pueden poner en peligro nuestra vida y bienestar en la vía pública.

Uno de los aspectos más preocupantes es la deficiencia en la señalización vial, un problema que se agrava en contextos de alta movilidad.

Para las personas oyentes, las señales auditivas, como el sonido del paso de un vehículo, son indicadores importantes para anticipar situaciones de riesgo.

Sin embargo, las personas sordas dependemos casi exclusivamente de la información visual para navegar por el entorno, lo que hace que la falta de señales claras y efectivas sea un verdadero obstáculo para su seguridad.

El reciente caso de Randal Steven Leiva Gamboa, quien sufrió un accidente en la Calle Rincón de Paraíso, pone de manifiesto esta situación.

Randal, se vio involucrado en un incidente debido a las deplorables condiciones de la vía, que incluyen baches, falta de aceras adecuadas y señalización inadecuada.

Él es una persona que oye; ahora ¿qué pasaría en esta misma vía con una persona sorda?

Estos factores no solo representan un peligro para todos los transeúntes, sino que son especialmente riesgosos para las personas sordas, que pueden no percibir un vehículo que se aproxima hasta que es demasiado tarde.

La falta de acción por parte de las autoridades municipales y del Ministerio de Obras Públicas y Transportes (MOPT) en respuesta a estos problemas es alarmante.

A pesar de que se han emitido informes que destacan las deficiencias en la infraestructura vial, no se han implementado medidas correctivas que garanticen un entorno seguro para todos los usuarios de la vía.

Esta inacción no solo ignora el derecho a la movilidad segura de las personas sordas, sino que también perpetúa la desigualdad en el acceso a un entorno seguro.

Es imperativo que las autoridades comprendan que la seguridad vial es un derecho humano fundamental.

La implementación de un sistema de señalización inclusivo que contempla las necesidades de las personas sordas es esencial.

Esto puede incluir el uso de luces LED que parpadeen al acercarse a un vehículo, señales visuales claras y bien iluminadas, así como la instalación de aceras en condiciones adecuadas que permitan a todas las personas transitar sin miedo a sufrir un accidente.

Además, es necesario fomentar la conciencia y educación sobre la diversidad funcional entre los conductores y el público en general.

Solo así podremos construir una cultura de respeto y consideración hacia las personas con discapacidad, donde la seguridad y la inclusión sean prioritarias.

Como presidente de la Asociación Pro Defensa de los Derechos Sordos de Costa Rica, hago un llamado a las autoridades y a la sociedad en su conjunto para que se unan en la lucha por un entorno vial más seguro.

La vida de las personas sordas y de todos los ciudadanos depende de ello.

No podemos esperar más; la seguridad vial no es un privilegio, es un derecho que debe ser garantizado para todos, sin excepción.

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