El rol de los artistas en la sociedad es fundamental. Nos permiten generar visiones colectivas de cómo somos en sociedad y cómo nos identificamos ante el resto de sociedades. En las últimas semanas fallecieron tres grandes artistas costarricenses, a quienes debemos agradecer por poner su obra en favor de la identidad nacional. 

Luis Chacón González fue un ejemplo fabuloso de cómo se puede crear de forma lúcida y transparente con estructuraciones de su obra ligada, a la vitalidad y la gestión del color. Don Luis Chacón logró mover las transposiciones de los paisajes típicos costarricenses con visión contemporánea y donde el uso de los signos y representaciones sumó al colectivo de nuestra identidad. Vemos en la obra del maestro Chacón la fuerza de los colores y la sagacidad de la memoria. Por medio del grupo Bocaracá el maestro Chacón González logró darle identidad al arte costarricense de su generación. 

Otra personalidad cultural fallecida recientemente es don Lorenzo “Lencho” Salazar, que en su liderazgo como promotor del folclor nacional y de la música costumbrista deja un vacío significativo en su visión de una Costa Rica de antaño donde los principios y valores que nos caracterizan era importante en el pasado, en nuestro presente y en nuestro futuro. Lencho no solo fue folclorista sino también, músico y emprendedor cultural. Nos arrancó cientos de sonrisas y nos hizo vibrar con muchas de sus letras musicales. 

Las artes plásticas costarricenses también lloran hoy el fallecimiento de don Isidro Con Wong, artista connotado de nuestra vida contemporánea y que con sus obras nos abrió el sentido de una cosmovisión diversa y pluricultural. Don Isidro logró plasmar reflejos de la ganadería, la pesca y la agricultura en nuestro ideario colectivo, generando una obra pictórica y escultórica notable. Don Isidro posiblemente sea el artista costarricense que nos acercó más a ese realismo mágico que García Márquez plasmó en las letras de Latinoamérica y don Isidro lo hizo realidad en su propuesta artística. 

El fallecimiento de estos tres líderes artísticos del país es algo que no podemos dejar pasar. Su vida, su obra y por ende su legado nos llaman a celebrar nuestra identidad. Como bien decía Carlos Tapia cuando dijo “en cada pincelada, en cada nota, en cada palabra que dejaron, estos artistas nos legaron la inmortalidad de sus espíritus. Sus obras siguen vibrando en el corazón de nuestra cultura, recordándonos que, aunque sus cuerpos hayan partido, su arte permanece eterno entre nosotros”.  

Hoy nuestras artes lloran y hacen el duelo en conmemoración de estos tres artistas, pero su legado está vivo y por ende debemos acercarnos a su obra. Desde el Ministerio de Cultura y Juventud nos comprometemos a apoyar la difusión de su obra, de hacerla accesible a las personas y en rendir homenaje a su legado. 

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