El uso de la energía ha sido un motor del progreso humano, impulsando desde la Revolución Industrial hasta la era digital en la que vivimos hoy. Sin embargo, este progreso no ha estado exento de costos ambientales. Uno de los aspectos más críticos es el impacto en la capa de ozono, un escudo frágil que protege a la Tierra de los dañinos rayos ultravioleta del sol; y si esta se vuelve cada vez más delgada significa menos protección para el humano, causando quemaduras solares, cataratas y cáncer de piel. Por esto, en el marco del Día de la Preservación de la Capa de Ozono es importante reflexionar sobre cómo nuestras prácticas energéticas afectan este componente de la atmósfera y qué medidas podemos tomar para protegerlo.
Para nadie es un secreto que la capa de ozono ha sufrido graves daños debido a las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y otras sustancias químicas liberadas por la actividad humana. Según mediciones anuales por satélite y globos realizadas por la NASA y la NOAA, el agujero de ozono antártico de 2023 alcanzó su tamaño máximo el 21 de septiembre, con 26 millones de kilómetros cuadrados. Es decir, es el decimosexto más grande desde 1979.
Por esto, es primordial crear conciencia para reducir significativamente las emisiones de sustancias que agotan la capa de ozono. Por ejemplo, el uso intensivo de energía, especialmente en industrias como la de los centros de datos, ha sido un factor clave en la generación de GEI. Estos gases no solo contribuyen al cambio climático, sino que también tienen un impacto indirecto en la capa de ozono. La buena noticia es que la conciencia sobre este tema está creciendo, y con ella, la adopción de herramientas y estrategias que buscan minimizar el impacto ambiental de la energía.
Para mitigar los efectos, Schneider Electric lanzó una calculadora de emisiones de CO2, la primera de su tipo que permite medir, de manera gratuita, la huella de carbono total de los centros de datos, incluidos los alcances 1, 2 y 3. Esta herramienta es un paso importante hacia la comprensión y reducción del impacto ambiental de estos centros, que son fundamentales para la infraestructura digital global.
Lo que hace que esta iniciativa sea especialmente relevante es su enfoque en las emisiones de Alcance 3, que incluyen todas las emisiones indirectas en la cadena de valor, desde los proveedores de servicios hasta los consumidores finales. Este es un aspecto a menudo pasado por alto, pero crucial para obtener una imagen completa del impacto ambiental.
La energía utilizada por los centros de datos no solo genera emisiones directas de carbono; también tiene efectos secundarios que afectan la capa de ozono. Al utilizar electricidad, se puede contribuir a la liberación de otros contaminantes en la atmósfera que tienen el potencial de dañar este delicado escudo. Por ello, es vital que las empresas no solo midan sus emisiones, sino que también tomen medidas proactivas para reducirlas.
La transición hacia fuentes de energía renovable y la optimización del consumo energético son estrategias clave para mitigar el impacto en la capa de ozono. A medida que más empresas adopten herramientas como la calculadora de Schneider Electric, podremos esperar una reducción significativa en las emisiones y, en consecuencia, una mayor protección para la capa de ozono.
En este Día de la Preservación de la Capa de Ozono, es crucial que reflexionemos sobre el impacto de nuestras decisiones energéticas en el planeta. El desafío que enfrentamos es grande, pero no insuperable. Herramientas innovadoras y un compromiso genuino con la sostenibilidad son fundamentales para proteger nuestro planeta y garantizar que las generaciones futuras puedan disfrutar de un entorno saludable y seguro. El camino hacia un futuro más sostenible y respetuoso con el medio ambiente está claro; solo falta que todos lo recorramos juntos.
Artículo escrito por Maria José Bazo, presidenta del Cluster para Schneider Electric, Centroamérica.