El Proyecto de Ley 24.556, presentado por los diputados Yonder Salas, Rosalía Brown y Olga Morera, busca revivir el Premio Nacional Deportivo Claudia Poll, originalmente establecido en 1997 y derogado en 2014, luego de convertirse en un desastre administrativo y financiero. En el texto del proyecto, los diputados reconocen someramente el desastre como "lo sucedido con la ley anterior" y argumentan que se debió a vacíos en su redacción y a la distorsión de la voluntad del legislador. Aseguran que ahora lo redactarán correctamente, reducirán relativamente los montos del premio y que, entonces, todo funcionará bien.

Mi planteamiento aquí es simple y claro: la ley fue un desastre antes y este proyecto no lleva a otro sitio más que al mismo desastre. Señores, legislar implica más que remendar políticas fallidas y devolverlas a la mesa. Se trata de tener la honestidad intelectual de reconocer y cambiar enfoques que son claramente erróneos desde su origen.

Promoción de Inequidades

Este tipo de iniciativas promueven inequidades en el merecimiento del galardón. El proceso de selección no garantiza que todos los atletas costarricenses, independientemente de su deporte o situación, reciban el apoyo que necesitan. En cambio, fomenta una lógica en la que solo se premian las victorias más visibles, como los títulos olímpicos, dejando de lado a aquellos que compiten en disciplinas menos populares, pero que también requieren gran esfuerzo y dedicación. Además, al tratarse de un premio entregado solo una vez cada cuatro años, no existe un estímulo constante ni equitativo para los atletas que trabajan día a día sin la visibilidad que tienen las grandes competiciones internacionales.

Desperdicio de Recursos Públicos

El proyecto prevé una compensación económica equivalente a unos 18 millones de colones por medalla. Un consuelo si se contrasta con los 160 millones de colones que establecía la ley anterior, 90% menos, según se congratulan los señores diputados en el texto.

Lo cierto es que millones más, millones menos, en un país con recursos limitados, destinar millones a un premio eminentemente simbólico es un uso ineficiente de los recursos del Estado. Estos fondos podrían dirigirse hacia iniciativas que promuevan el deporte desde su base, apoyando a atletas en formación y mejorando la infraestructura deportiva, inclusive tomando en cuenta la experiencia y tenacidad de los mismos merecedores de reconocimiento.

Ni mencionar la falta de claridad sobre la fuente de financiamiento, como de costumbre, refleja los mismos problemas que contribuyeron a la desaparición del galardón en su versión anterior​.

Portillos Inesperados

Por si fuera poco, el mal diseño de la legislación, más allá de su redacción, también causó conflictos legales que costaron millones de colones al estado. De ingrato recuerdo es el caso de un nadador que demandó al Estado por no haber recibido el galardón en 2010, culminando en una condena que resultó en una carga financiera adicional para el Estado​ de más de 200 millones de colones. Estas controversias evidencian que la propuesta no solo carece de impacto positivo, sino que también trae consigo consecuencias nefastas para la administración pública.

Carencia de Visión Estructural

El principal argumento en contra de este proyecto es que no aporta un beneficio estructural al deporte costarricense, exactamente igual que el anterior. En lugar de promover un desarrollo integral y sostenible de nuestros atletas, el premio se enfoca en recompensar logros individuales que, aunque sin duda alguna meritorios, no contribuyen a mejorar las condiciones generales del deporte en el país. Costa Rica necesita una inversión en programas de formación, en infraestructura deportiva y en acceso a recursos para atletas en formación, no en premios simbólicos que benefician a unos pocos y que no garantizan un impacto a largo plazo.

Conclusión

El Proyecto de Ley 24.556 no solo revive una política fallida, sino que repite los mismos errores del pasado porque parte el mismo enfoque populista de antaño. Costa Rica necesita políticas públicas que realmente apoyen a nuestros atletas, no revivir un premio que ya ha demostrado su absoluta ineficacia y costo desproporcionado. La discusión debe enfocarse en cómo mejorar la base del deporte nacional, en lugar de volver a una medida simbólica que no aporta nada a nuestros deportistas del futuro.

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