El Consejo Superior de Educación (CSE), aprueba en octubre de 2023 el Programa Nacional de Formación Tecnológica (PNFT), no sin antes ordenar el cese del convenio con la Fundación Omar Dengo y el cierre de los Programas de Innovación Educativa (PNIE), Tecnologías Móviles (PNTM), Tecnoaprender, de Robótica y los Colegios de Innovación Educativa.

Este PNFT se convierte en un fin en sí mismo; en una materia más que deberá ser evaluada como las demás, y se deja de lado la visión pedagógica construccionista, de usar la tecnología para el desarrollo del pensamiento creativo, lógico y computacional.

Tal como se ha publicado en la prensa y se ha denunciado desde la Asamblea Legislativa, los recursos de tecnología digital que el país había adquirido para los programas que fueron cerrados por el CSE, están en bodegas e incluso los que han llegado a las instituciones educativas permanecen en sus cajas por falta de apoyo pedagógico y técnico.

De las 86,812 mil computadoras y tabletas electrónicas compradas a través de Fonatel, las que van llegado a las instituciones, no están siendo utilizadas debido a la confusión creada por la nebulosa de una ruta educativa que aún se desconoce.

La ruptura abrupta con la Fundación Omar Dengo dejó 215 mil artículos, valorados en 12.485 millones de colones de los cuales 50.193 son activos completamente nuevos, y se encuentran en bodegas de la empresa Mudanzas Mundiales a la espera de la resolución de un contencioso administrativo para que el Ministerio de Educación Pública MEP los retire, distribuya e instale.

Los 8.500 millones de colones presupuestados en 2024 para compra de equipos digitales, no serán aprovechados, pues de acuerdo con la Ministra del ramo, no hay suficientes docentes de informática para hacerse cargo del nuevo enfoque de enseñanza del recién creado PNFT. Según se ha informado por la prensa esos 8.500 millones de colones serían trasladados a infraestructura.

De acuerdo con denuncias de una diputada, publicadas por la prensa, la excusa para no distribuir, instalar y dar seguimiento pedagógico y técnico a los equipos digitales embodegados y en cajas, es para evitar la adicción a la tecnología.

Y es en ese contexto, que el 18 de setiembre pasado, el Ministerio de Educación Pública, invita a proveedores a una audiencia pre-cartel para la compra de  equipos tecnológicos y servicios adicionales, específicamente para el Programa Nacional de Formación Tecnológica PNFT.

Y como si no fuera suficiente el asombro por la intención de gastar más fondos públicos en comprar más equipos tecnológicos, teniendo miles embodegados y guardados, el enfoque pedagógico del programa relata un retroceso de décadas en el uso de tecnologías digitales en educación. En vez de promover la creatividad, el pensamiento complejo, lógico y computacional que serán imprescindibles para comprender y recrear el mundo incierto actual y el que se avecina, el pre-cartel indica que “el programa alinea la educación a la visión del país de una economía centrada en manufactura y servicios de alta tecnología, respondiendo a la estrategia para la empleabilidad y talento humano, la tecnología digital y competencias para la vida”.

Se trata de una visión economicista de la educación y del uso de los recursos digitales en el aprendizaje.  Deja de lado el desarrollo de la creatividad y el pensamiento lógico y computacional, imprescindibles para poder enfrentar los retos de un mundo que se presenta cada vez más incierto, y facultan a las personas a colaborar con los mayores retos actuales; deja de lado las aspiraciones ya establecidas en nuestra constitución: el bienestar equitativo de los habitantes, y la urgencia de atender los derechos relacionados con la sostenibilidad ecológica y la buena convivencia (urgente). Esa debería ser la verdadera visión país.

Estamos frente a la bancarrota de una propuesta formativa informática. No hay una propuesta integral que aborde la inequidad, en este caso del programa de formación tecnológica, mientras no se resuelva también los problemas de infraestructura, el faltante de docentes, la capacitación docente; en otras palabras, conocer la tan esperada ruta de la educación costarricense.

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