Durante cuatro años se brindó apoyo a acueductos comunales del Gran Área Metropolitana.

El proyecto ASADAS Resilientes culminó oficialmente tras cuatro años de trabajo con 60 acueductos comunales del Gran Área Metropolitana.

Esta iniciativa, parte del Programa Euroclima y financiada por la Unión Europea, fue implementada en Costa Rica por Cedarena con el respaldo del Instituto Costarricense de Acueductos y Alcantarillados (AyA) y la Autoridad Reguladora de los Servicios Públicos (ARESEP).

Durante el proyecto, se realizaron diagnósticos técnicos, planes de mejora y capacitaciones que permitieron a las ASADAS mejorar su gestión y fortalecer su capacidad para enfrentar el cambio climático. Además, se construyeron siete obras de infraestructura esenciales para optimizar los sistemas de agua.

De acuerdo a Sara Cascante, coordinadora del proyecto, ASADAS Resilientes “es una continuidad del trabajo que venimos realizando desde hace muchos años en Cedarena en temas de recurso hídrico y ASADAS, pero a mayor escala...”.

No solo por la cantidad de acueductos, también porque se incluyeron temas que antes no se habían podido abordar y que son fundamentales para que las ASADAS puedan hacerle frente al cambio climático, como el fortalecimiento de capacidades, distintas herramientas de planificación y hasta 7 obras de infraestructura. Fue un proyecto muy integral”.

El proyecto también impulsó la aplicación de la Tarifa de Protección del Recurso Hídrico, una herramienta que busca generar recursos económicos para la protección de las fuentes de agua, beneficiando a casi 30 ASADAS.

Para Jackelin Rivera, Administradora de la ASADA de Potrero Cerrado de Cartago, hay un antes y un después para su ASADA a partir de este proyecto, “contar con la herramienta del Plan de Reducción de Agua no Contabilizada nos ha brindado información muy importante sobre mejoras que se requieren en el acueducto. Además el apoyo a las mujeres con las actividades y la creación de la Red de Mujeres Gestoras Comunitarias del Agua, ha sido un éxito y una experiencia enriquecedora”.

Este esfuerzo concluyó con la creación de redes de colaboración y empoderamiento comunitario, asegurando un impacto duradero en la gestión del agua en Costa Rica.