Simon Sinek, en su libro “Start with Why”, sugiere que todo proceso estratégico debe comenzar preguntándose para qué se desea realizar algún esfuerzo transformador del presente y crear escenarios futuros de prosperidad. Agregaríamos la importancia de identificar las necesidades que deben ser satisfechas para conseguir aquellos objetivos y aspiraciones. Consideremos la oportunidad que representa para Costa Rica la ley estadounidense de creación de incentivos para la manufactura de semiconductores (en inglés, CHIPS Act). Primero, nos preguntamos para qué.

Es importante entender que el factor de creación de riqueza más valioso de la historia de la humanidad es la creatividad. Así de crítico es entender el perfil de talento que debe desarrollarse en esta era tan peculiar de la civilización donde las máquinas aprenden y los robots ejecutan con mayor precisión y productividad que el ser humano.

La industria de manufactura de semiconductores tiene muchas características de maquila, aunque con una mayor sofisticación de producto. Se parece en que el mayor valor económico que generan las empresas se queda en las manos de quienes poseen las patentes de invención y la propiedad intelectual de los productos y servicios que se exportan desde el país manufacturero. En el caso de Costa Rica, las cientos de empresas transnacionales que han invertido en el país gracias a décadas de gestión eficaz de Cinde, generan decenas de miles de empleos bien remunerados en el país, y también se dejan la mayor ganancia en sus países de origen.

Para que Costa Rica supere la era de la maquila y se adentre en la era de la creación de valor monetizable, se requiere talento, espíritu emprendedor, innovación y registro de patentes. Es un ecosistema que involucra al sistema educativo desde la escuela hasta la universidad, el diseño de políticas públicas, la alianza público-privada para la creación de incentivos económicos, y un estado de derecho vigoroso y robusto.

Dentro de toda esta lista de tareas, quizás la más importante es el desarrollo de talento, o sea, el elemento educativo. Hoy en día, grandes empresas digitales como Google y cientos otras ofrecen cursos en línea a muy bajo costo, para mayores de 15 años. Quienes hayan aprobado esos cursos entran a un banco de talento del cual muchas de estas empresas pueden reclutar. Ya no se requiere de un título universitario – ni siquiera de un título de secundaria – para conseguir un empleo bien remunerado en una compañía global prestigiosa.

En esta era de transformación digital y de computación cuántica, lo más importante es preguntarse cuál será la necesidad de participación humana en la manufactura de semiconductores al año 2030, dentro de apenas cinco años. Mucho será manejado por máquinas y software operado por la inteligencia artificial. Los seres humanos tendremos que ser expertos en toma de decisiones y también contar con competencias o destrezas esenciales muy bien desarrolladas. Quizás por eso dejaron de llamársele destrezas “blandas”, pues es cada vez más claro que son críticas para la gestión humana eficaz en la era digital.

Escuche el episodio 227 de Diálogos con Álvaro Cedeño titulado “Para qué necesidad”.

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