Para muchos Liberacionistas hablar de Liberación Nacional es hablar de historia, de grandes logros y aportes al país, mientras que para muchas personas de la sociedad es hablar de aparente corrupción y podría ser que ambos tengan razón.
La Carta Fundamental del Partido Liberación Nacional tiene como pilares centrales el ser humano, los derechos del ser humano, la libertad, la sociedad, el bien común, el Estado, la democracia, la familia, la propiedad, el trabajo y la educación. En efecto, esos pilares fueron el motor que impulsó al partido para alcanzar grandes logros y dar aportes en beneficio de la sociedad costarricense.
Sin embargo, no podemos obviar que durante años han llegado al partido personas que no buscan el bienestar colectivo, sino el bienestar propio y con ello, han llevado al partido a desviarse de esa esencia y esos pilares que lo caracterizaban.
Personas que buscan un reconocimiento personal y alcanzar el poder por poder, pero, ¿qué es el poder sin el objetivo de ayudar a las demás personas? La respuesta es nada, es simplemente una necesidad que algunas personas tienen de llenar un vacío personal o llenar el ego.
Y esto me lleva a otro gran problema que tiene el partido y es la falta de autocrítica. Un partido que no tiene la capacidad de autocrítica, es un partido que está destinado al fracaso y para muestra de esto que digo son las tres elecciones nacionales consecutivas que Liberación Nacional ha perdido y ni hablar de las elecciones municipales que vienen en “picada” como decimos popularmente.
En cada derrota escuchamos decir que hay que hacer un “análisis profundo” y “hay que renovarse”, y cuando viene otra elección sea municipal o nacional, se olvidan del análisis y la renovación.
Para figuras dentro el partido, en Liberación Nacional todo está bien, todo es perfecto y quién diga lo contrario o señale lo que está mal, no es verdaderamente liberacionista o bien, solo desea adversar el partido.
Todos estos fallos han llevado al partido a un profundo desgaste y a un desencanto con la sociedad.
Hoy en día Liberación Nacional es incapaz de unir a sectores sociales, atraer a las juventudes, o levantar banderas de causas sociales.
Incluso, ha llevado a que grandes Liberacionistas que realmente han tenido un espíritu socialdemócrata, decidan irse del partido a falta de oportunidades, o peor aún, han permitido que el populismo ponga en riesgo la democracia, esa que nos ha dado tanto.
El partido actualmente no tiene un norte claro, ni tampoco las figuras que han sido las culpables de todo este desastre, se han querido hacer a un lado, y esto me lleva a la frase de don Pepe, que hoy más que nunca cala en la realidad actual de Liberación Nacional: “Un movimiento político sin un norte claro, es solo un grupo de gente con ambición de poder”.
Sin embargo, esta liberacionista quiere creer que aún hay esperanza y que en medio de todo este panorama desalentador, Liberación Nacional puede de una vez por todas renovarse, con gente no solo nueva, sino con ese espíritu socialdemócrata, que tengan impregnados en su ser esos pilares de la Carta Fundamental.
Quiero creer que Liberación Nacional puede llegar a ser de nuevo un partido que emocione a la gente y sobre todo que trabaje de cerca con los sectores sociales por el bienestar común.
Que sea capaz de hacer consensos y construir desde las diferencias con otros partidos políticos por el bienestar del país.
Ya es hora de dejar los egos, las ansias de poder por poder y la falta de autocrítica a un lado, poner las barbas en remojo y hacer las reformas necesarias, aunque incomode a algunos.
Es hora de que el nombre de la estrella que nos guíe, sea el bienestar del mayor número.
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