Recientemente, viendo los Juegos Olímpicos, reflexioné sobre el camino de los atletas desde que descubren un deporte hasta que llegan al podio. Aunque no soy atleta, creo que todos pasan por tres etapas. Primero, conocen y practican el deporte, generalmente desde jóvenes, enfrentando limitaciones. Su éxito depende de su entrenador, disciplina y compromiso.
Luego, comienzan a competir, empezando en torneos escolares, luego comunales, regionales, nacionales y, si destacan, representan a su país en competencias internacionales. Finalmente, se consolidan en su disciplina, continúan entrenando y adaptándose, y se convierten en referentes para su país.
En Costa Rica, ejemplos como Silvia, Claudia, Brissa, Yocasta, Keylor, Kenneth o Andrey inspiran a nuevas generaciones. Estos grandes atletas, por mencionar solo algunos, crean un círculo virtuoso, motivando a otros a seguir sus pasos.
Así como los atletas buscan ganar medallas, creo que las sociedades deben aspirar a superarse, brindando más oportunidades a sus habitantes. Ese "ganar" es lo que llamamos desarrollo.
Sin embargo, muchos países y sociedades están lejos de subir a ese podio y recibir el trofeo. América Latina y el Caribe está sumergida en lo que la CEPAL llama tres trampas del desarrollo y que se resumen en: una trampa de baja capacidad de los países para crecer de manera alta y sostenida en el tiempo, una trampa de alta desigualdad social y una trampa de baja capacidad institucional y de gobernanza poco efectiva para responder a estos problemas.
Si a esto además se suma el reto del agotamiento del bono demográfico o mejor dicho del envejecimiento poblacional, tenemos un coctel de retos que enfrentar en el camino al desarrollo y en mejorar las condiciones para la productividad.
Entonces, ¿qué podemos hacer?
Se pueden plantear numerosas políticas públicas para superar los desafíos y alcanzar el desarrollo. Muchas de ellas deben implementarse de forma simultánea en una gran cadena de decisiones.
Pero yo quisiera enfocarme en una: ¡Lograr atraer y retener a más mujeres en el mercado laboral! Esto no es solo un imperativo social o ético, como suele pensarse, es, además, una estrategia para un desempeño económico más robusto y una ventaja competitiva. En palabras más simples: más mujeres en el mercado laboral es un buen negocio para todo el mundo.
Existe numerosa información, como los estudios de la premio Nobel de economía Claudia Goldin, que demuestran la correlación entre lograr que más mujeres ingresen al mercado laboral formal y la disminución de la desigualdad, mayor estabilidad y un crecimiento económico inclusivo.
Este camino económico es inteligente porque crea lo que llamo 'Círculos de Ganancia'.
¿Cómo generamos estos círculos de ganancia? Siguiendo el ejemplo de los deportistas en sus tres etapas.
- Aprendizaje inicial.
- Profesionalización en el deporte y,
- Consolidación y mejora continua hasta conseguir el triunfo y convertirse en ejemplo para nuevas generaciones;
Y analizando las tres etapas del mercado:
- Pre-mercado.
- Mercado y,
- Post-mercado.
El pre-mercado, es la etapa previa de toda persona antes de tan siquiera pensar en un trabajo. Al igual que en el camino del atleta donde hay una etapa de “identificación temprana del deporte”, lo mismo debe suceder con las personas, especialmente mujeres, en edades tempranas antes de su etapa productiva.
En esta etapa del pre-mercado hay un punto clave, y es que no basta con solo ir a las escuelas a completar cualquier programa o ciclo educativo. ¡La calidad de la educación es fundamental! Si esta calidad es precaria, no le permitirá alfabetizarse, adquirir habilidades aritméticas básicas o prepararse para la vida.
No podemos esperar que más mujeres ingresen al mercado laboral en carreras de alta demanda sin primero mejorar la calidad de la educación y cerrar brechas de género que limitan su elección. No basta con seguir haciendo lo mismo; es crucial enfocarse en la educación, actualizar los contenidos curriculares y garantizar acceso a campos como STEM. Esto es el primer paso para crear un círculo de ganancia.
La calidad de la educación es como la condición física y técnica de cualquier atleta. No puede dejarse pasar a un segundo plano.
Ahora bien, el mercado es esa etapa en que las mujeres ingresan al mercado laboral y que se puede comparar con la etapa del atleta donde empieza a competir profesionalmente. Aquí encontramos varios elementos cruciales para garantizar su rendimiento.
Primero, es esencial eliminar leyes discriminatorias que limitan el acceso de las mujeres a ciertos sectores laborales. Aunque parece increíble, hasta hace poco, en Costa Rica existían prohibiciones basadas en el estado civil de las mujeres, restringiendo su capacidad de trabajo. Durante mi tiempo en la Asamblea Legislativa, trabajé para eliminar estas normas anacrónicas.
Además, es fundamental mejorar las condiciones que influyen en la productividad. La inversión en servicios básicos como energía, agua, conectividad y transporte es clave para crear empleo, universalizar el acceso a estos recursos y reducir la carga del trabajo doméstico no remunerado, que recae mayormente sobre las mujeres.
Un tercer factor crucial para la participación de las mujeres en el mercado laboral es el acceso a servicios de cuidado asequibles y de alta calidad. Sin estos servicios, muchas mujeres no pueden trabajar, ya que realizan la mayoría del trabajo de cuidados en sus hogares.
Hay que agregar aspectos como los salarios mínimos y las regulaciones laborales, que también son importantes para consolidar este círculo de ganancia para las mujeres en el mercado laboral.
Finalmente, lo que es la etapa de consolidación y mejora continua en los atletas es equivalente a lo que podríamos llamar la fase del post-mercado de las mujeres. Aquí se vuelven clave los apoyos que reciben después de ingresar a un puesto de trabajo. La integración de servicios como formación profesional continúa (entrenarse y reentrenarse) y, sobre todo, la permanencia de servicios de cuido no solo favorece la permanencia de mujeres en el mercado laboral, sino que fortalece toda la estructura económica.
El éxito de cada vez más mujeres en el mercado laboral, y en mejores puestos, impacta las aspiraciones y sueños de otras niñas que ven no solo modelos a seguir, sino que lo ven como posible. Esto multiplica los círculos de ganancia. En todo este proceso ganan las mujeres, ganan sus familias, ganan las empresas y ganan los países.
Ahora bien, para poder crear y consolidar estos círculos de ganancia necesitamos de la participación tanto del gobierno, como del sector privado. Los gobiernos deben crear sistemas de cuido y educación que permitan a más mujeres triunfar en campos técnicos y laborales, reduciendo la desigualdad.
Pero en el caso del sector privado, este debe ser mucho más proactivo de lo que tradicionalmente ha sido. Las empresas tienen mucho que ganar al adoptar un enfoque inclusivo y de largo plazo, invirtiendo en talento humano desde las primeras etapas educativas, en una sinergia con el gobierno que tenga como mira el desarrollo de la persona y del país. Las empresas no solo lograrían una mejora en la calidad y cantidad profesional si se involucran en la planificación educativa de un país, sino que también aseguran su éxito y sostenibilidad a largo plazo.
Así como las mejores atletas empiezan su carrera desde la niñez, apoyadas por sus familias, entrenadores y comunidades, necesitamos que toda la sociedad—desde lo público y lo privado—se involucre en las distintas etapas del mercado, creando círculos de ganancia que no solo representen autonomía económica para las mujeres, sino que también aportan un claro beneficio económico para los países.
Como lo mencioné antes, involucrar a las mujeres en el mercado laboral es un buen negocio para todo el mundo. Confío en que no dejemos pasar la oportunidad de invertir en este gran negocio.
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