En 1885, el presidente Bernardo Soto lo nombró ministro de Hacienda, aunque en esa época el cargo se llamaba Secretario de Hacienda y Comercio. Tenía sobradas cualidades para que el presidente lo distinguiera con tal responsabilidad. Como dice Luis Cruz Meza: “era un hombre de costumbres puras, de talento e ilustración vastísimos, de elevados ideales y de carácter entero”.
Abogado, profesor y político fue constituyente en la Asamblea de 1880 y diputado en dos ocasiones más; presidente del Congreso; Consejero de Estado y director del Banco de Costa Rica; Conjuez y Fiscal de la Corte Suprema de Justicia. También fue nombrado en 1883, por el Gobierno del General Próspero Fernández, miembro de la Comisión Codificadora, encargada especialmente de la formación de un Código Fiscal. En marzo de 1883 fue nombrado abogado y apoderado del Banco Nacional.
En 1887 fue nombrado Presidente Honorario de la Sociedad de Ciencias y Letras de Italia (Roma) y se le condecoró con medalla de oro. En 1888 fue nombrado socio correspondiente de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación (España). En 1889, Socio correspondiente de la Real Academia Española; en 1890 miembro honorario de la Liga Internacional de Enseñanza (París); en 1896, miembro vitalicio de la Academia Americana de Ciencias Políticas y Sociales (Filadelfia) y en el mismo año, Presidente Honorario vitalicio de los Museos Comerciales de Filadelfia.
Había quedado huérfano de padre a los 11 años y su madre, doña Mercedes, hizo todos los esfuerzos necesarios para que él tuviera una educación de calidad. Además de sus estudios formales, dice Cruz Meza, “… con grandes sacrificios pude ella pagarle un profesor de inglés, Mr. Twight, quien cobraba diez pesos mensuales por sus lecciones”, además de cultivarle su aprecio por la música por lo que recibía clases de piano y canto.
Su biblioteca era su fortaleza. Quien la pudo visitar podría apreciar que estaba repleta de libros de diversos autores, de distintos países, de diferentes disciplinas, leídos y vueltos a leer y con anotaciones de su puño y letra. Dejó un diario que escribió entre 1880 hasta 1905, incluyendo sus vivencias en Inglaterra y España.
Siempre tuvo en mente el bienestar de las poblaciones más vulnerables. Por eso, puso a disposición de la educación nacional los mejores recursos del país, para que se llevara el conocimiento a todos los rincones de la patria.
Con ese propósito, decretó contraer la Universidad Pontificia de Santo Tomás, aunque esa decisión arriesgada atentaba directamente contra la clase oligárquica y contra la Iglesia. Pero es que hay que recordar que, como han señalado diversos autores, era un esquema colonialista de universidad pontificia que estaba ya desvitalizado. Él aspiraba a una conceptualización moderna de una universidad nacional, pública y autónoma, como la que tenemos actualmente. De esa forma la contracción de la pontificia (quedaron las Escuelas que tenían más demanda como Derecho, Farmacia y Bellas Artes, por ejemplo) sentó la ideología para que, cincuenta años después, cuando las condiciones demográficas, históricas y sociales lo permitieron, se creara (con la base de las escuelas universitarias que habían seguido funcionando), la Universidad de Costa Rica, con plena autonomía de los vaivenes e intereses de turno, y que a su vez tuviera incidencia sobre el progreso nacional.
Él sabía que dicho progreso nacional, y el desarrollo de la identidad nacional serían posibles si se articulaba un proceso educativo de alcance nacional y supervisado por el Estado, no por personas privadas ni por congregaciones religiosas; y sobre todo si se educaba a todo un país, incluyendo mujeres, campesinos y artesanos.
Dice Cruz Meza que durante casi medio siglo fue lumbrera y gloria de la Patria. Por eso, al morir en 1905 se le honró con un Funeral de Estado y fue declarado Benemérito de la Patria por Decreto Ejecutivo 109 del 18 de junio de 1955.
Hemos de reconocer que los honores que ha recibido don Mauro Fernández Acuña han sido tanto por - como Secretario de Instrucción - la conceptualización y ejecución de un sistema educativo democrático, como por - como Secretario de Hacienda y Comercio-, destinar los mejores recursos de la Patria, para a su vez honrar la dimensión social, cultural y humana más noble: La educación.
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