En nombre de la protección del ambiente, en Costa Rica las pajillas plásticas están prohibidas desde el 2019. Muchas personas no tienen tiempo de estar al tanto de cada ley o reglamento nuevo que el Gobierno saca, así que pudieron pensar que simplemente era una tendencia mundial llegando a la Costa Rica verde, pero no, la ley obliga a los negocios e instituciones públicas.
Una ley. Eso de seguro significa que fue un tema bien estudiado, técnico y basado en evidencias… como suele ser en el país… ¿O no?
Siendo simples ciudadanos, no científicos o economistas, ¿debemos simplemente aceptar afirmaciones como que “eliminar las pajillas es importante para el ambiente” sin tratar primero de tener una opinión informada al respecto?
Veamos los datos. Hannah Ritchie de OurWorldInData revisa la evidencia y encuentra que las pajillas plásticas representan aproximadamente 0.03% del plástico que llega a los mares desde fuentes terrestres.
0.03%, esa es la reducción de la contaminación marina por plásticos que lograríamos si todo el mundo (especialmente Asia) dejara de producir, consumir y desechar inapropiadamente pajillas plásticas. Pero recordemos que Costa Rica es una porción pequeñita del mundo, aproximadamente 0.06% de la población mundial. Así que siendo caritativos, con esta ley Costa Rica podría reducir la contaminación de plásticos en los mares en 0.000018%.
Entonces, ¿queremos verdaderamente tener un impacto en el ambiente o más bien participar del ambientalismo demostrativo? Un tipo de ambientalismo de estilo de vida que hace creer a las personas que hacen algo por el ambiente y así sentirse mejor consigo mismas, cuando en realidad no hacen nada, inclusive, hasta un mayor daño pueden causar.
¿Una pajilla de papel o de bambú puede causar más daño que una pajilla plástica? Bueno, la mayoría de pajillas de papel o de bambú contienen químicos PFAS (sustancias per- y polifluoroalquiladas), los famosos “químicos eternos”. Esos químicos están presentes en miles de productos y se asocian con enfermedades de tiroides, cáncer de riñón y testicular, y otros problemas de salud. De paso, hay razones para creer que ni son tan biodegradables como nos hacen creer.
El ambientalismo demostrativo no nos va a llevar a nada. Es una distracción.
¿Podríamos haber utilizado mejor el tiempo y el dinero invertidos en aprobar esa ley y en implementar los reglamentos y cambios en negocios e instituciones públicas, que finalmente hasta pudieron incrementar los precios para el consumidor? Todo eso para potencialmente reducir en un 0.000018% los plásticos que llegan a los mares.
Como referencia, 20% del plástico en los océanos viene de la actividad pesquera, como equipos de pesca abandonados. ¿Qué tal si para salvar la vida marina, dejamos de consumir tanta vida marina? O si queremos seguir con el tema de pajillas plásticas, ¿simplemente no aceptamos esa pajilla plástica y tomamos directo del vaso?
El ambientalismo demostrativo es más dañino de lo que creemos. No solo por esas malas decisiones, como la de reemplazar pajillas de plástico por pajillas con PFAS, si no que al molestar a miles de personas forzando cambios en su estilo de vida en nombre de un movimiento ambientalista de show podemos alejarles del movimiento ambientalista real que requerimos.
¿Podríamos mejor pedir cambios que sí tengan impacto real? ¿Que se basen en evidencia y datos, y tengan resultados tangibles? Bueno, eso empieza por no caer en distracciones y en usar nuestro pensamiento crítico para exigir más de nuestros tomadores de decisiones.
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