Con nostalgia, admiración y profunda gratitud, queremos recordar al Dr. Pablo Andrés Ortiz Rosés quien falleció en las primeras horas de este 14 de junio del 2024. La vida del Dr. Ortiz estuvo dedicada a la promoción de la salud y defensa de los derechos de las poblaciones menos favorecidas. Nosotros, quienes aprendimos de él, deseamos compartir este corto escrito a manera de homenaje a una persona que vivió intensamente por sus valores, enseñándonos que “lo más importante es no dar ni un paso atrás”. Su vida no cabe en pocas palabras, pero esperamos que resuenen en quienes leen esto.

El “doc”, como casi todo mundo le conocía, tenía alma de Cartago y desde joven se destacó por su compromiso social y una inquietud que lo llevó a explorar el mundo. Su curiosidad y algo de suerte lo llevó a Ucrania, donde se formó como médico. Cuando regresó, escogió a San Vito de Coto Brus como el lugar para servir, un pueblo en el cual marcó un antes y un después en su desarrollo.

Su legado es vasto. Pablo dejó una huella imborrable en el ámbito de la salud pública, y no solo mejoró la vida de aquellos que tuvieron el privilegio de conocerlo, sino que también dejó un impacto duradero en aquellas personas que nunca le conocieron. Trabajó incansablemente con pueblos indígenas de la zona sur del país, así como con poblaciones migrantes que cruzan nuestras fronteras.  Su trabajo a nivel local llegó a tener un impacto a nivel nacional en la política pública. Teniendo siempre como norte la mejora de la vida de las personas, logró que el sistema de salud trascendiera la visión del “vallecentrismo” y se adaptara a las necesidades de los más vulnerables. Elevó el arte de la medicina y la salud pública con compasión, ética y compromiso raramente encontrados, combinado con un toque de locura indispensable para cuestionar los paradigmas existentes.

El Dr. Ortiz tenía una capacidad notoria para inspirar a generaciones de futuros profesionales de la salud, incluidos quienes escribimos esto. Fue un mentor para muchos, siempre dispuesto a compartir una buena historia y una enseñanza. Fue la inspiración para la creación de la Asociación Hands for Health, dedicada a la lucha por el respeto de los derechos humanos, organización que lideró hasta el día de su muerte. Aunque ganó múltiples premios nacionales e internacionales, su humildad siempre lo caracterizó, enfocado en su misión más que en los reconocimientos.

Su hogar, abierto a las personas de todos los ámbitos, reflejaba su filosofía de vida: una casa sin puertas ni paredes, donde todas las personas eran bienvenidas a aprender, compartir y construir juntos. Académicos y tomadores de decisión del mundo entero viajaron hasta San Vito para conocer y aprender del Dr. Ortiz. En su casa muchas generaciones de futuros profesionales de todos los campos y de diferentes partes del mundo encontraron un espacio de formación integral, humanística y ética. Si bien su experiencia se centraba en el campo de la salud, las enseñanzas que nos llevamos trascienden todos los sectores profesionales: la importancia de la escucha activa, la solidaridad con los más vulnerables, el trabajo interdisciplinario para resolver problemas complejos y el mantener la esperanza de que un mundo mejor es posible y vale la pena luchar por eso.

Su risa que todos recordaremos con nostalgia y su espíritu de lucha permanecerán con nosotros. Luchó incansablemente, tocando puertas y golpeando mesas cuando era necesario, enseñando que los derechos humanos están por encima de la politiquería. Nunca tomó un color político único, y aun así fue un consejero valioso para líderes comunitarios, alcaldes, diputados, ministros y presidentes, siempre guiado por su compromiso con la justicia social.

Agradecemos profundamente haber conocido a Pablo, por sus enseñanzas y por su ejemplo de vida. Su legado perdurará en cada uno de nosotros y en las futuras generaciones de profesionales de la salud y otros campos que seguirán su camino. Su recuerdo resonará siempre en nuestros corazones, inspirándonos a seguir sus pasos con la misma pasión y dedicación. Nos despedimos no solo de un médico, un mentor y un líder, sino de un amigo verdadero cuyo impacto trasciende el tiempo y las fronteras.

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