Me resulta preocupante como la sociedad mira cada vez más con desencanto la realidad, y es que tenemos razones de sobra: desempleo, violencia, populismo político, la crisis del rezago educativo, una economía desbordada y una seguridad social que es debilitada.
Pero al mismo tiempo, no podemos quedarnos con las manos cruzadas y darnos baños de tristeza, implica de parte de la sociedad, mirar la realidad con esperanza.
“Es preciso tener esperanza, pero esperanza del verbo esperanzar porque hay gente que tiene esperanza del verbo esperar y la esperanza del verbo esperar no es esperanza, es espera. Esperanzar es levantarse. Esperanzar es construir. Esperanzar es llevar adelante. Esperanzar es juntarse con otros para hacer que la realidad cambie”. Pablo Freire.
Involucrarse es parte de una esperanza que construye cambios, por ejemplo, ayer en las diversas municipalidades del país, las mujeres aumentaron en la participación de la toma de decisiones en los diversos concejos. Avanzamos, veamos la realidad con utopía y esto no es contentarnos con lo mínimo, sino darnos cuenta de la resiliencia, nos caracteriza como costarricenses a lo largo de la historia.
La esperanza implica, además, evaluarnos cada uno, un buen termómetro son nuestras reacciones y comentarios en redes sociales, hay una ola de violencia e ira detrás de los teclados, esto no puede seguir así. Estamos en un Estado de Derecho, donde todos cabemos, donde las opiniones, aunque diferimos, son válidas, salgamos de nuestros propios miedos e intereses, hay que ser conscientes de que esto genera una mirada frívola del sentido de lo humano, y nos evoca la ansiedad de una pura emocionalidad irracional y peor aún, a asumir un desprecio hacia la reflexión crítica, al debate inteligente y respetuoso que construye pensamiento.
Estamos llamados a buscar los ideales de nuestros antepasados, hombres y mujeres sencillos que se sentían responsables por sostener, inspirar, movilizar la vida a la solidaridad y a una creatividad que impacte la vida de otros(as), esto lo ha hecho y queremos que lo siga haciendo el corazón de muchas personas, este es un remedio efectivo a las crisis.
Es necesario gritarle a la sociedad que la injusticia y el sufrimiento no tienen la última palabra sobre la historia. Hay formas alternativas de vivir, que revelan que el amor es más poderoso que el conformismo y que su actuar es sigiloso, lento, pero fecundo. ¿Será que como país “tocamos fondo”? Pregunta que es caldo de cultivo para empujar la vida, las relaciones, donde salen a flote nuestros anhelos profundos.
Ideológicamente a ciertas élites o grupos antisociales les resulta útil alimentar una "cultura de la desesperanza”. Sabiendo que la desesperanza es una de las actitudes necesarias para que los opresores dominen. Y por esto mismo hacen lo posible por desgastar la esperanza en un sistema. En el mundo se dan, guerras, no sólo bélicas o para adueñarse de espacios, sino también para apoderarse de la conciencia colectiva de los pueblos. Así, actualmente se desea impactar con valores positivos, como el crecimiento profesional y económico, y otros más nefastos, como el consumismo y el individualismo. Pero todo, sutil o descaradamente, se propaga como virus la resignación, y de esa forma se pretende invalidar a las personas de su capacidad para reaccionar contra el mal social y revertirlo.
¡Que la esperanza se imponga como signo de supervivencia! Optemos por creer en lo mejor de nosotros mismos y pongámoslo en manos de otros, dejemos de lado los discursos y asumamos gestos y las acciones y que estos no hagan distinciones ideológicas. Experimentemos el asombroso por el otro(a), el poder maravilloso de los encuentros de manera que podamos recordar el ser plenamente humanos(as).
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