En los últimos días, las actuales autoridades del Instituto Costarricense de Electricidad (ICE) han afirmado, erróneamente, que el racionamiento eléctrico que sufrirá el país se debe a decisiones que yo tomé en el pasado. No hay nada más lejano a la realidad.

Siempre actúe con información técnica

Lo primero que debo señalar es que mis actuaciones y las de mi equipo fueron hechas con base en información técnica. Como ingeniera y experta en energía, siempre he actuado a partir de datos y completamente alejada de valoraciones personales o ideológicas. Fue a partir de ese tipo de información que tomamos decisiones en materia de inversión e infraestructura.

El instrumento oficial para planificar esta tarea es el Plan de la Expansión de la Generación (PEG). Este documento se actualiza cada 2 años y considera variables macroeconómicas y demográficas como la cantidad de clientes, el precio promedio de la electricidad y la demanda histórica de cada sector, entre otros. Los PEG presentan tres escenarios de crecimiento de la demanda (bajo, medio y alto) con el fin de que se pueda planificar eficientemente.

El PEG que se publicó en mi período indicaba textualmente que “… por la holgura de capacidad existente, las primeras adiciones al plan de expansión se requieren hasta el año 2026. Las sensibilidades realizadas para valorar las acciones ante una posible reactivación de la demanda indican que estas adiciones nuevas se podrían adelantar para el año 2024” (página 2 Resumen Ejecutivo PEG 2020-2035). Tanto esta como otras recomendaciones fueron analizadas y acatadas durante mi gestión.

Pero además de implementar el PEG, mi equipo también monitoreaba el comportamiento de la demanda con lupa, para detectar cualquier aumento o disminución imprevista. Sabíamos que la demanda podía cambiar, y que si eso ocurría teníamos que actuar diligentemente para evitar una situación como la actual. En retrospectiva, creo hicimos un buen trabajo en este punto dado que entre el 2018 y 2022 nunca se habló de apagones.

Es falso que Borinquen o Diquís fueran la solución a esta crisis

Se ha dicho que el Proyecto Geotérmico Borinquen pudo haber mitigado los impactos de la crisis actual, y que yo ordené detener su construcción. Ambas cosas son completamente falsas. Primero, Borinquen nunca se detuvo. Es más, en el Resumen Ejecutivo del PEG claramente se indica que “… El proyecto geotérmico Borinquen 1, por estar en construcción, se considera por definición como un proyecto fijo, esto implica que el proyecto no está sujeto a la optimización en el modelamiento de la expansión por ser una decisión ya tomada” (página 22). Este mismo documento señala que su entrada en operación estaba prevista para el 2027. Es decir, ni lo detuvimos ni pudo haber ayudado al país en este momento.

También se ha señalado que la construcción del Proyecto Hidroeléctrico Diquís habría podido solventar la situación actual. Nuevamente, esto no es cierto. Cuando suspendimos el PH Diquís, el proyecto no contaba con factibilidad ambiental ni social, ni se había realizado la consulta indígena obligatoria. Obtener los permisos por parte de SETENA, hacer la consulta indígena, conseguir financiamiento y construir la represa habría tomado más de 6 años. Es decir, suponiendo que todo lo anterior se hubiera logrado, dicha represa aún no estaría en funcionamiento. Quien señale este proyecto como una solución miente o en realidad promueve la reactivación de una iniciativa por puros intereses ideológicos.

Esta situación sí se pudo evitar, pero faltó planificación y eficiencia

Cada cierto tiempo, el país sufre la influencia del Fenómeno de El Niño. El evento que ahora sufrimos es extremo, y no se presentaba hace 50 años, pero lo cierto es que no se trata de una novedad o de algo que no hayamos enfrentado previamente.

En Costa Rica, la Comisión Técnica Nacional Fenómeno ENOS (COENOS) es la instancia técnica que articula esfuerzos para minimizar los impactos de este evento. La COENOS alertó de la presencia de El Niño desde junio de 2023, hace más de 10 meses. Fue en este momento donde las actuales autoridades del ICE debieron comenzar a tomar decisiones para evitar la situación actual.

En el pasado, el país ha logrado evitar los impactos de El Niño en el suministro eléctrico a través de un manejo estratégico de recursos y del Mercado Eléctrico Regional (MER), de donde podemos importar o exportar electricidad de los países centroamericanos. En esas ocasiones, el ICE importó más energía del MER para evitar que los embalses de agua bajaran su nivel de almacenamiento, de tal forma que pudiéramos superar la época seca con reservas y sin ningún inconveniente energético. No obstante, esto no sucedió en 2023. Por el contrario, las actuales autoridades del ICE decidieron exportar gran cantidad de electricidad hasta llevar a niveles críticos los embalses, principalmente el de Arenal, que es nuestra fuente de almacenamiento más importante.

Otra decisión tomada en el pasado ha sido generar electricidad con la capacidad térmica instalada para cuidar las reservas hídricas, algo que tampoco se hizo adecuadamente en esta oportunidad. En el verano del 2023 hubo períodos donde no se generó electricidad con combustibles, y más bien se decidió despachar gran cantidad de energía del Complejo Ardesa (que incluye las plantas hidroeléctricas Arenal, Dengo y Sandillal) sometiendo a mayor estrés los niveles de los embalses.

Las actuales autoridades del ICE van a seguir tratando de buscar responsables externos, pero lo cierto es que son ellos quienes debieron haber actuado más eficientemente en el momento que la COENOS emitió su alerta. Son ellos quienes debieron haber activado a tiempo los instrumentos necesarios para que el ICE pudiera realizar mayores importaciones del MER o comprar más combustibles, y así no disminuir los niveles de los embalses. En lugar de buscar culpables, deberían admitir que, luego de dos años de administración, los únicos responsables son ellos porque los equipos técnicos no dejaron de hacer su labor y advertir.

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