Antes del advenimiento de la Internet, los resultados de las investigaciones se sistematizaban en artículos científicos, en formato impreso. Las bibliotecas universitarias implementaban los canjes y las suscripciones, con el fin de que sus personas usuarias pudieran tener acceso a esta información. Luego de la década de los noventa, las editoriales comerciales fueron construyendo un mercado alrededor de los resultados de la ciencia, que se financiaban con fondos públicos, provenientes de universidades e instituciones. Esta muralla limitó el acceso a los resultados de investigación en muchas regiones, insertó montos costosos para los procesos de divulgación y publicación, lo cual ahogó la investigación en diferentes países, sobre todo en aquellos que forman el Sur Global.
Con el paso del tiempo, se han gestado movimientos mundiales, e incluso latinoamericanos, orientados a combatir esta realidad. La ciencia abierta, según la recomendación de la UNESCO, es un movimiento que lucha porque toda la ciencia financiada con fondos públicos esté disponible libre y gratuita, de manera inmediata, para que cualquiera, desde cualquier lugar del mundo tengan acceso a esa información.
La adopción de las prácticas de ciencia abierta fortalece el establecimiento de redes de colaboración entre quienes investigan a nivel internacional, lo cual facilita el avance del conocimiento en las distintas disciplinas. Asimismo, aboga para que otros componentes del proceso de investigación, diferentes a la publicación—como las bases de datos y el uso de software para su procesamiento—sean de acceso público, en aras de lograr mayores niveles de transparencia y trazabilidad. En forma adicional, se aspira a que las personas actoras no científicas participen en esta dinámica de producción de investigaciones científicas.
En nuestro caso, la Universidad Nacional impulsó la Estrategia de ciencia abierta, pionera en el ámbito de las universidades públicas costarricenses, la cual aboga por el establecimiento de un repositorio institucional desarrollado con software libre para albergar, conservar y preservar datos de investigación, donde las personas académicas de la comunidad universitaria compartan múltiples formatos (como las bases de datos y planes de gestión de investigación) con la sociedad.
De igual forma, la UNA se compromete con la gestión de sus revistas académicas, según el principio de edición vía diamante (no se cobra por publicar artículos y no existe pago por acceder a las publicaciones), además de la adopción de las mejores prácticas de gestión editorial, como la participación en procesos de indexación rigurosos, la implementación del mecanismo de prepublicación, la adopción paulatina de la revisión por pares abierta, el uso de identificadores persistentes para las publicaciones y las personas autoras, así como la disponibilidad de datos de investigación utilizados en artículos.
Con la estrategia se busca alcanzar una reforma del sistema de evaluación de la investigación ejecutada en la institución hacia formas que tengan en cuenta los principios de la ciencia abierta, la promoción de la participación constante y el intercambio con grupos sociales en las diferentes etapas de la investigación.
Resulta fundamental que como instituciones de educación superior, financiadas con recursos públicos, reconozcamos que el conocimiento científico generado es un bien común; y el acceso a este, un derecho universal. Costa Rica debe contar con un marco normativo a nivel legislativo que garantice y acelere la adopción de las prácticas de ciencia abierta en las instituciones gubernamentales y el sector académico.
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