La mera presencia de mujeres en cargos políticos y de poder, no son sinónimo de representación política integral. La representación política se entiende desde cuatro aristas: formal, descriptiva, sustantiva y simbólica. Estos tres elementos implican el reconocimiento de los derechos políticos de las mujeres, la proporción de mujeres que componen los entes de toma de decisiones, la medida en que las representantes legislan en beneficio de las ciudadanas y el grado en que las electoras ven sus intereses representados por las mujeres que eligieron. La plena representación política sería la conjunción de estas aristas.
Tomando en cuenta que la presencia femenina en la política evidenció un progreso bajo, de acuerdo con el Índice de Género de los ODS de 2022, la presencia de las mujeres en los órganos legislativos ha aumentado de manera gradual en los últimos años en América Latina y el Caribe. Con datos a noviembre del año 2023, la región alcanzó un promedio de 35.8%. A nivel regional México, Nicaragua y Cuba mantienen 50% o más de la representación de mujeres en sus parlamentos, mientras tanto Argentina y Costa Rica superan el 40%.
Llama la atención que sean algunos de estos últimos países que, con frecuencia, han tenido desde sus gobiernos discursos o políticas que van en detrimento de la igualdad de género. Por ejemplo, recientemente, el jerarca argentino anunció la prohibición del lenguaje inclusivo y “todo lo referente a la perspectiva de género” en la Administración pública. Asimismo, a poco tiempo de la toma de poder, Milei también eliminó el Ministerio de las Mujeres, Géneros y Diversidad y presentó en el Congreso un proyecto de ley para penalizar el aborto en Argentina, donde es legal desde 2020.
En cuanto nuestro país, el aumento de los discursos polarizados y de odio impulsados desde el gobierno, así como la persecución institucionalizada de la famosa “ideología de género”, dejan en evidencia que Costa Rica no es ajena al reto de la búsqueda de la igualdad, sin perjuicio de la cantidad de mujeres que ocupan cargos políticos.
Sin lugar a dudas, más representación femenina en la política es una gran señal de avance, pero no se debe perder de vista que, más allá de la representatividad, lo que genera impacto en las sociedades son las políticas públicas para la igualdad de género y estas deben ir encaminadas a garantizar condiciones de igualdad con enfoques diferenciados, tomando en cuenta las especiales situaciones que viven las mujeres y las niñas en sus diferentes contextos; mujeres de zonas rurales, indígenas, jóvenes, pobres, mujeres afro, migrantes, etc. Nada se logra si desde los puestos de poder, las mujeres no toman en cuenta estos enfoques diferenciados o reproducen prácticas machistas y de violencia.
El camino de las mujeres en la política ha sido históricamente difícil y plagado de violencia machista, por eso mantener esta participación política es esencial para construir sociedades más igualitarias, sin olvidar que estos liderazgos deben ser de plena representación política y no una mera cuota de género.
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