Inundaciones, hormigas, cooperación, resiliencia y supervivencia. ¿Cómo están interrelacionadas? Permítanme explicar.

Desde que me mudé a la comunidad costera de Nosara, Guanacaste hace 18 años, he sido testigo de las inundaciones que impactan a mi comunidad. La escuela que contribuí a fundar, Del Mar Academy, ha sido afectada en múltiples ocasiones por el agua que ha llegado a inundar no solo las áreas verdes, pero inclusive algunas aulas y pabellones.

Ha sido doloroso, también, ver la devastación en los hogares afectados en el distrito. Aunque afortunadamente no hemos experimentado pérdidas de vidas, muchas personas han visto desaparecer lo que han construido con esfuerzo. El agua turbia arrasa con objetos y recuerdos preciados de las familias que residen cerca del río Nosara. En ocasiones, las personas se han visto obligadas a salvar sus vidas en medio de la oscuridad.

En una de esas ocasiones, mientras inspeccionábamos los daños en el centro educativo, algo captó mi atención. En la zona verde, aún sumergida bajo las aguas que empezaban a retirarse, flotaba algo que me intrigó. Me incliné y enfoqué mi mirada para identificar qué era.

Descubrí que se trata de cientos, quizás miles, de hormigas de fuego que, unidas, habían formado una especie de balsa que les permitía flotar sobre el suelo inundado.  Me impresionó observar la extraordinaria cooperación de estos diminutos seres vivos para garantizar su supervivencia propia y colectiva.

Según investigaciones, construir una balsa entrelazando sus cuerpos es una estrategia para maximizar las posibilidades de resistir una catástrofe natural y garantizar la supervivencia y el bienestar del grupo. En este momento, sus vidas dependen al 100% unas de otras. Esta balsa es reversible, lo que permite que los insectos que se encuentran en el fondo eventualmente estén en la parte superior para evitar el ahogamiento. Estudios recientes han demostrado la importancia de la cooperación en el mundo natural. Y como la cooperación, y no la competencia, es la que sustenta la innovación.

Como humanidad nos ahogamos en una crisis ambiental y social. No deberíamos sorprendernos.  A la naturaleza la tratamos como una mercancía de la que extraemos recursos y un lugar donde depositamos nuestros residuos, en lugar de reconocerla por lo que realmente es: el pilar fundamental que sustenta la vida en este planeta. ¿No es esto, acaso, un reflejo de cómo la sociedad a menudo trata también a las personas?

Ante la crisis ambiental y social que enfrentamos, ¿qué podemos aprender de estos diminutos pero sabios seres? Su capacidad para superar la adversidad, su resiliencia, nos muestran el camino. Pero más allá de eso, lo más hermoso y valioso es que su innovación y resiliencia provienen de una colaboración radical; su unidad es precisamente lo que les da la fuerza para superar el desafío.

Detener la guerra contra la naturaleza y transformar esta crisis social requerirá menos competencia y más colaboración. Les insto a reflexionar: ¿En qué áreas de sus vidas, ya sea como miembros de una familia, profesionales, estudiantes o emprendedores, es necesario dejar de competir y fomentar la colaboración? ¿Qué pasaría si en la política, los negocios y la educación nos enfocáramos en colaborar en lugar de competir? ¿Cuál sería el impacto positivo de este cambio en nuestras vidas, en las de los demás y en la vida en el planeta?

La Madre Teresa de Calcuta expresó este valor y principio de forma elocuente y hermosa:

Yo hago lo que usted no puede, y usted hace lo que yo no puedo. Juntos podemos lograr grandes cosas".

Tenemos una gran oportunidad de hacer las cosas diferente en el siglo XXI. Requerimos de una gran dosis de humildad para reconocer que lo que hemos estado haciendo no funciona ni para las personas ni para el planeta. Afortunadamente, contamos con la naturaleza, y su inteligencia, como una gran maestra para ayudarnos a trazar un nuevo camino.

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