El miércoles 14 de febrero de 2024 fue aprobado el atraque, permanencia y desembarco del buque MV Kellie Chouest estadounidense, bajo las órdenes de la fuerza militar Comando Sur de los Estados Unidos. El pretexto utilizado para solicitar el atraque es “suprimir el tráfico de drogas”, mencionando como labores específicas “operaciones conjuntas con el Servicio Nacional de Guardacostas, proporcionará al Servicio Nacional de Guardacostas de Costa Rica la capacidad de mantener sus lanchas interceptoras a bordo del buque, apoyara a la tripulación con el atraque y comida y proporcionará combustible para que los buques costarricenses realicen operaciones antinarcóticos”.
Sin embargo, las capacidades del Kellie Chouest y las supuestas tareas a realizar son muy distintas, surgiendo la duda de su verdadero propósito. Edison Chouest Offshore, la cadena naval responsable del diseño y construcción del Kellie Chouest, describe el buque como "buque de apoyo para elevador de inmersión profunda". Dentro de sus servicios especializados, se encuentran: “análisis acústico submarino, suministro de aire comprimido respirable para operaciones de buceo, capacidad para tender cables oceánicos y minas en aguas poco profundas, recuperación de materiales en mar abierto, equipado con un ascensor para el lanzamiento y recuperación de DSRV para rescate de submarinos de la OTAN y operaciones de vehículos submarinos de inmersión profunda no tripulados, y dos grúas para ayudar en la recuperación de torpedos”. Algunas capacidades militares también son descritas,como “pruebas en el mar/Inmersiones profundas de submarinos, operaciones de recuperación de minas (solo minas inactivas) y operaciones de vehículos no tripulados, y apoyo de buque nodriza para operaciones de cámara de rescate de submarinos”, utilización difícil de imaginar en la “supresión del tráfico de drogas”, a menos que rescatar rehenes de submarinos y remover minas narcotraficantes sea parte de la noble misión. Es fácil inferir que el propósito del Kellie Chouest es el reconocimiento y extracción de recursos.
Fuera de sus características, se pueden trazar previas misiones y responsables de operación. En el 2002, el Scripps Institution of Oceanography junto con la U.S. Navy Deep Submergence Unit embarcaron el Kellie Chouest para localizar y sumergirse en el sitio del SeaLab II, hábitat submarino desarrollado en los 60s. El propósito de la excursión fue puramente educativo e investigativo. El 23 de marzo de 2023 el Departamento de Defensa de los Estados Unidos otorgó un contrato a la compañía Alpha Marine Services por $70 millones, cediendo privilegios del Kellie Chouest para proveer apoyo al Comando Sur en misiones especiales. Se prevé que la misión concluya el 30 de marzo del 2028. Esta compañía describe sus operaciones como “trabajando dentro de los sectores de ingeniería marina en tierra, petróleo y gas submarino en alta mar, energía eólica en alta mar y energía en alta mar durante décadas, en todos los tipos de proyectos marinos submarinos”. Demostrando nuevamente que el Kellie Chouest se utiliza con fines de búsqueda y extracción de recursos. En previas ocasiones esta empresa ha recibido contratos por parte del Departamento de Defensa, aunque no todos han sido trabajo en conjunto con el Comando Sur.
El atraque de este tipo de buques requiere autorización de la Asamblea Legislativa. Durante la sesión ordinaria 124, solamente hay una intervención, por parte de la diputada Sofía Guillén del Frente Amplio. La pregunta fue si el buque está artillado o no. Al recibir respuesta de que probablemente sí lo está, la diputada expresó que “el Frente Amplio no vota a favor permisos de embarque artillado”. Desafortunadamente, fue la pregunta equivocada. Lo correcto es cuestionar el verdadero propósito del buque. Es decir, ¿es la única condición por considerar para autorizar un buque de los Estados Unidos si está artillado o no? Con 36 votos a favor, el atraque fue autorizado.
El Kellie Chouest estará operando hasta el 30 de abril en el Pacífico Oriental. Recorrerá las costas y océanos de Centroamérica en búsqueda de recursos sin el consentimiento de sus habitantes. Se pueden inferir dos puntos de interés: la enorme dimensión, casi infinita, de la guerra contra las drogas como frente para avanzar los intereses norteamericanos, y la enorme facilidad con la cual la Asamblea Legislativa autoriza el accionar estadounidense. Ambos convergen en el mismo origen, el sentido común que permea la sociedad: el excepcionalismo americano y la noción de que el narcotráfico se vence con brutal violencia.
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