En las últimas décadas se ha visto alrededor del mundo una tensión política cuya culminación parece estar lejos, pero debe preocupar a los diferentes sectores que componen la comunidad internacional dada la serie de eventos que podrían desencadenarse en un abrir y cerrar de ojos. Uno de estos posibles detonantes está en el conflicto China – Taiwán. Se trata de dos territorios asiáticos que tienen una historia de desacuerdos que vale la pena repasar.
Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1949, el partido comunista de Mao Zedong venció al partido nacionalista de Chiang Kai-shek quien tuvo que abandonar china continental y exiliarse en la isla taiwanesa. Desde entonces existe una rivalidad entre esas dos chinas: la República de China (Taiwán) y la República Popular China (China continental) fundada después de la victoria en la citada guerra civil.
El gobierno de Pekín llama a Taiwán una “provincia rebelde”, la cual tendrá que regresar tarde o temprano, con o sin el uso de la fuerza. Por su parte, el gobierno de Taipéi ha señalado que no acepta el ofrecimiento de China de “un país, dos sistemas”, ya que esa propuesta no es del convencimiento de los taiwaneses quienes ven con recelo la forma en que Pekín trata casos similares, como sucede con el gobierno de Hong Kong, región autónoma perteneciente a China desde finales la década de 1990.
Estados Unidos ha sido uno de los principales aliados de la República de China, con quien empatiza por su postura de los derechos humanos y la democracia, sin embargo, el país norteamericano está inmerso en una disyuntiva al reconocer a Pekín como la única China, pero al mismo tiempo sosteniendo un compromiso con Taipéi al brindarle su protección ante un futuro ataque del otro lado.
Esta situación resulta contradictoria. Es complejo vislumbrar una solución entre ambas chinas, dado que cada una mantiene su postura y ninguna se ve dispuesta a negociar o a ceder a una resolución definitiva. De hecho, en la actualidad China rodea el estrecho de Taiwán por mar y aire cayendo en lo que llaman un “acoso militar”. Por su parte, Estados Unidos hace lo suyo acechando el estrecho de Taiwán e incurriendo en visitas políticas a ”la isla rebelde”, generando tensiones con “el gigante asiático” que ven en estas acciones, ataques a su soberanía.
Algunos expertos están hablando ya de que la República Popular China estará planeando un conflicto armado contra Taiwán entre los años 2025 y el 2027, lo cual indudablemente afectaría áreas como la económica o la tecnológica, debido a que Taiwán es el mayor productor de semiconductores en el mundo. Solo nos queda esperar que sean murmullos y no un posible evento que despierte una, quizá Tercera Guerra Mundial, cuyo desenlace cambie el destino del planeta que hoy todos conocemos.
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