Luego de ver Dune caí en cuenta que en América Latina hace rato que dejamos de pedir estadistas o caudillos. En nuestra región del mundo y no hay que irse muy lejos, en Costa Rica, lo que el electorado quiere y en realidad necesita es al the one (vean Matrix en lo que fue HBO Max, ahora a secas, Max).

Los buenos estadistas planean a futuro y con suerte dejan las bases para una mejor sociedad, pero se mueven dentro de los límites de lo posible. Los caudillos son los hombres fuertes que hasta hace no mucho la gente aclamaba (no me regañe, también mujeres, pero la expresión usual es la del hombre fuerte, pero sí, claramente y sin discusión, también hay mujeres fuertes en la política, pensemos en Margaret Thatcher y mencionarla me lleva a recomendar El Conde en Netflix). Volviendo al punto inicial, los caudillos lideran generalmente un movimiento político-militar, con suerte profesan alguna ideología más o menos coherente con sus actos y de pronto prometen grandes cosas y construyen algunas obras para ser recordados.

Dicho lo anterior, América Latina y en concreto, Costa Rica, lo que pide y requiere es al elegido (no me regañe de nuevo, es el elegido para efectos de este texto pero puede ser perfectamente la elegida). En Ticolandia debemos enfrentar una inequidad galopante, las presas infinitas, el pito del tren, el agua envenenada, los cortes de agua, el narco, los sicarios, la bajada del dólar, la subida del dólar, el fenómeno del Niño, el fenómeno de la Niña, le deuda externa, la deuda interna, pagarle la Caja, el COVID, el dengue, la amenaza nuclear, a Freezer, Cell y Majimbu. Siendo que estamos ante imposibles, reach out, touch faith.

Ni Figueres padre, Calderón Guardia, Juan Rafael Mora Porras en su mejor día o Juan Santamaría en el traje de Iron Man, pueden arreglar tantas desgracias ¡Que alguien llame a John Connor! (vean Terminator en Prime Video).

Ante una situación tan jodida, poco le importa a la gente el tema de la democracia o la autocracia, ya eso da igual, queremos a Paul Atreides para que dome este desastre, para que apacigüe al Shai-Hulud, para que termine las carreteras a San Carlos y la 32. (vean Dune en Max y Dune 2 en casi cualquier cine de su elección).

Ahora bien, atención que el elegido siempre está en peligro, las fuerzas del mal harán todo por derribarlo, intentarán matarlo enviando los T-1000 (Vean Terminator 2 en Prime Video) o a falta de presupuesto, publicarán noticias incomodas. Los ataques contra el elegido se dan hasta en los mejores barrios, que lo digan los vecinos de Hogwarts  (vean Harry Potter en Max).

Esperamos la venida del elegido cuando las cosas están muy mal, cuando estamos tan en la piedra que creemos que la situación no puede empeorar, pero, pero, pero, casi siempre las cosas se pueden poner peor, y se ponen peor. No vaya a ser que por querer a un Anakin Skywalker terminemos votando por un Darth Vader (vean Star Wars en Disney+). Recuerden el consejo de San Mateo 7:15-23 “Cuídense de los falsos profetas, que vienen a ustedes disfrazados de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Ustedes los conocerán por sus frutos”.

La historia del elegido nos acompaña desde tiempos previos a la cristiandad, y en el cine podemos ver este relato frecuentemente (alquilen La última tentación de Cristo en AppleTV). La cosa está muy mal, pareciera natural necesitar a esa persona que según la leyenda vendrá salvarnos del mundo y de nosotros mismos. La buena nueva es que, venga el elegido o no, nos deja buenas películas ¡Hallelujah!.

Esta semana vean Dune 2 en su cine favorito.