Qué fácil es comunicarnos si estamos sanos, aunque algunos no en ocasiones omitimos comunicarnos abiertamente o de forma deliberada, no valoramos lo importante que es esta capacidad, pero cuando la salud cambia comunicarnos no es un tema fácil.

En los últimos meses he tenido la oportunidad de estar cerca de personas especialmente mujeres que padecen cáncer de mama, mujeres de todas las edades, algunas que ya lo vencieron, otras que lidian con la enfermedad, otras que han perdido todo por la enfermedad, y me refiero a familia, casa, amigos, pareja, porque estar enfermo de cáncer tiene también un impacto colateral.

Hablar sobre el padecimiento, tratar de descifrar qué llevó al cuerpo a desarrollar la enfermedad, lidiar con la culpa que muchas veces genera el entorno, el por qué no se hizo una revisión de rutina antes, el por qué no se puso más atención a las llamadas alertas que el cuerpo emite, etc. Muchas pasan por un duro momento, en que se dedican a hacer un recuento de las posibilidades hereditarias o genéticas para entender, qué las lleva a estar en esa situación, luego van a las estadísticas, ver la cantidad de gente que está igual, intentan entender los estudios, exámenes, lidian con el sistema, las citas médicas, las preguntas, el dolor, el miedo a la pérdida, de todo, sobre todo de ellas mismas. Y todo esto pasa en la más absoluta soledad. No importa si viven con la familia.

Luego viene el intentar conectar con el equipo de médicos, dependiendo cómo le dieron la noticia, cuánto se ha podido explicar sobre su caso todo eso genera un impacto en el paciente para que pueda expresar sus emociones y poder comunicarlas. La carga inicial de ansiedad y de desolación podría ser extenuante, en esos momentos la mayoría decide

He podido aprender a leer el cuerpo, la mirada, ver cómo llegan a la clase, la cual es una clase de yoga inclusivo, es un espacio seguro, como a veces no los tienen en sus casas. Tener que contestar, ¿cómo te sientes?, ¿qué dicen los doctores?, ¿cómo estás haciendo con la casa?, ¿cómo están tus hijos?, ¿cuándo te dan los resultados?, son sólo ejemplos, me han confesado que lo que en su mayoría quieren es no hablar, no decir nada, huir. No quieren herir a nadie, no quieren enfrenar el dolor de la muerte, que es latente.

En uno de los talleres, una chica expresó, cómo hago para decirle a los que están cerca de mí, que no quiero decir nada, cómo hago para que no se preocupen, me hubiera gustado que nadie supiera de todo esto por lo que yo paso.

Hablar sana. Compartir el dolor, sana. Contar la historia propia, sana.

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