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McKinsey Global Institute realizó un estudio donde se traza un posible camino a seguir para que la región pueda aprovechar oportunidades.

McKinsey Global Institute (MGI) elaboró un estudio donde se habla de algunos elementos que marcarán el inicio de una nueva era a nivel mundial y el papel que jugará América Latina en este nuevo ciclo.

En este artículo se toma como punto de partida el estudio de otras tres eras anteriores, en las que algún evento marcó el final y el inicio de estas. Por ejemplo, las secuelas de la Segunda Guerra Mundial iniciaron la Era de la Posguerra (1944-1971), la crisis del petróleo inició la Era de la Contención (1971-1989) y la desintegración de la Unión Soviética fue el comienzo de la Era de los Mercados (1989-2019).

En esta Era de los Mercados se destacó la creciente interconexión global y la aceleración de las tecnologías digitales. Sin embargo, América Latina se quedó rezagada en cada uno de estos aspectos. La desigualdad en los ingresos, la importante brecha existente en el acceso a las tecnologías y lento crecimiento del comercio de la región con el resto del mundo marcaron la Era de los Mercados para América Latina. Adicionalmente, la pandemia generada por el COVID-19 vino a resaltar más todos estos retos.

En este estudio del MGI se destacan cinco elementos a los cuales la región debe poner mucha atención si desea conseguir mayor prosperidad que en la era anterior. A continuación, se detallan estos factores:

Orden Mundial

Para el año 2000, Estados Unidos era el mayor socio comercial de todos los países de América Latina. Sin embargo, del año 2000 al 2021 se multiplicó por 28 el comercio latinoamericano con China. Esto quiere decir que la región pasó de un sistema unipolar a otro multipolar, lo cual puede significar un elemento positivo para la diversificación del comercio. Si bien, en Centroamérica el mayor socio comercial sigue siendo Estados Unidos, con quien se tienen tratados que refuerzan esta relación, durante la Era de los Mercados China ascendió como el segundo mayor socio comercial de los centroamericanos.

Sin embargo, estas opciones de interconexión globales no se han aprovechado de la mejor manera, ya que América Latina ha dejado de lado las estrategias para aprovechar el cambiante panorama político generado por las guerras y diversificar su economía, así como la falta de interés en el nearshoring con América del Norte.

Por otro lado, la multipolaridad a nivel regional también es débil. Un dato relevante es que, de los 600 millones de habitantes de América Latina, el 95% de ellos solo maneja uno de los dos idiomas oficiales: español o portugués, lo cual crea barreras que, en otras regiones con más idiomas, no son tan significativas. Además, las exportaciones intrarregionales solo representan un 14% de las exportaciones totales de la región.

Plataformas digitales

Gracias a la caída en el costo del procesamiento de materia prima durante de la Era de los Mercados, se pasó de casi cero, a inicios de esta era, a que la proporción de la población mundial que tenía un celular fuera del 67% y que el 54% tuviera acceso a internet para el año 2019. Por ejemplo, Asia Oriental logró cerrar la brecha con sus pares de la OCDE en tarifas de suscripción de banda ancha fija y superó el promedio de la OCDE en tarifas de suscripción móvil. Mientras que en América Latina esa brecha más bien se amplió considerablemente con respecto al promedio de la OCDE. Un ejemplo puntual es que Uruguay logró acercarse al promedio de la OCDE en cuanto al acceso a internet, mientras que en El Salvador la diferencia es 40 puntos porcentuales menor.

En comparación con otras regiones, América Latina es, a menudo, un recién llegado a las tecnologías. Lo que hoy día parece un auge y una gran novedad, como los pagos o transferencias digitales, en el 2010 era una práctica que ya se había disparado en el continente africano y, para el 2019, la adopción del pago digital en América Latina seguía siendo ocho veces menor que la tasa en África.

Lo mismo está sucediendo con la Inteligencia Artificial, cuyo impacto en América Latina, según se estima, será de tres a cinco veces menor que en América del Norte y China. El futuro de América Latina dependerá de su capacidad para continuar integrando las tecnologías existentes y encontrar oportunidades para impulsar esas fronteras.

Fuerzas demográficas

América Latina necesita un cambio hacia un nuevo paradigma de crecimiento; uno que se impulse en la inversión y la innovación, ya que la cambiante demografía regional podría representar una importante desaceleración económica si no se toman las medidas necesarias. Del 2000 al 2019, el 75% del crecimiento del PIB de la región se debió a las personas que ingresaron al mercado laboral, pero solo el 25% se atribuye a ganancias de productividad, mientras que, en China, en el mismo periodo, el 95% del crecimiento se debió a estas ganancias.

Actualmente, alrededor de una cuarta parte de la población de América Latina se encuentra entre los 15 y 30 años, edades que predominan en Centroamérica, lo cual puede generar un enorme beneficio para que los países generen diferentes emprendimientos y nuevas formas de diversificar la economía, sin embargo, esto se debe hacer bajo una planificación de inversión e innovación, ya que en las próximas tres décadas la población de más de 60 años se duplicará en América Latina hasta superar los 200 millones de personas, lo cual generará una gran presión sobre los sistemas de pensiones, atención sanitaria y apoyo social.

Sistemas de recursos y energía

Para el 2019, el 72% de la nueva capacidad neta anual de generación de electricidad a nivel mundial, provino de energías renovables, pero el 84% de los gigajulios consumidos a nivel mundial todavía provienen de fuentes de energías fósiles. En relación con la energía, América Latina padece de una fuerte paradoja, pues tiene las condiciones más favorables a nivel mundial para la generación de energías renovables, incluida la energía hidráulica, eólica y solar; sin embargo, la mayoría de sus países aún dependen de combustibles fósiles.

Asimismo, es importante resaltar que América Latina puede funcionar como un motor para la transición global hacia emisiones cero netas, ya que la región posee, aproximadamente, la mitad del litio del mundo, el 36% del cobre y el 16% por ciento del níquel, además del del 50% de la biodiversidad del mundo y el 23% de sus bosques, pero debe gestionar de manera cuidadosa la reducción de la deforestación y generar la práctica de la reforestación para garantizar que las comunidades fronterizas con los bosques se vean beneficiadas.

Capitalización

Luego del impacto económico generado por la pandemia, América Latina parece estar dando muestras de recuperación:  el consumo, el empleo y la actividad económica ya se encuentran con números por arriba de los niveles prepandémicos. Sin embargo, a escala regional, la inflación sigue siendo alta y la deuda pública saltó a más de un 70% debido a la pandemia, lo que implicará un lastre para el crecimiento de estas economías.

Un elemento que es necesario elevar para hacer crecer la economía es la productividad. Desde 1980, América Latina crece tan solo un 0,4% por año en los niveles de productividad, lo cual representa apenas una quinta parte del promedio que crecen los países en desarrollo a nivel mundial. Es necesario abordar este bajo crecimiento de la productividad para que la región tenga éxito, más aún, tomando en cuenta que su principal motor de crecimiento, el dividendo demográfico, está disminuyendo.