Corría el año 2017, Internet bullía saturada de imágenes, teléfonos cada vez más inteligentes hacían que la vida fuera prácticamente digital, los memes inundaban las redes sociales y un rostro había captado el ojo virtual del mundo. Era Cillian Murphy. Con una actitud que unificaba el desdén y la apatía en proporciones iguales. Se le llamó meme disappointed Cillian Murphy.

¿El precio del arroz?, ¡zas!: disappointed Cillian Murphy. ¿Listas de espera de la Caja?, ¡zas!: disappointed Cillian Murphy. ¿Acueductos no resuelve el problema del agua contaminada con hidrocarburos?, ¡zas!: disappointed Cillian Murphy. Bueno, ya se dan la idea.

Pero la historia no inició ese año, ni tampoco en el ciberespacio. Así que vamos de nuevo.

Corría el año 1996, un joven actor interpreta una obra de teatro irlandesa, para el año 2001 la obra logra convertirse en película, se llamaba Disco Pigs. El protagonista pasó casi inadvertido (ojo, la película también). Era Cillian Murphy.

Ya ven que el otro inicio de la historia tenía más pegue, pero debemos ser correctos con los hechos, no queda otra. Así que dejemos de lado el meme y concentremos la atención en Disco Pigs: historia muy irlandesa, actuaciones increíbles, película para sacar mocos y lágrimas y que además le permitió a Murphy conocer durante las giras a la que sería su esposa, Yvonne McGuinness.

Ya para el 2002 ocurrió su primer acercamiento a la fama, como protagonista de la película 28 Days Later (Exterminio, en español). No es que la película fuera la gran cosa, aunque tiene su gancho: zombies, fuerzas armadas, sangre, explosiones, apocalipsis… una producción muy británica y elegante pero perfecta para distribuir en el mercado del cine hollywoodense (dirección de Danny Boyle, actuación de Brendan Gleeson y Naomie Harris, entre otros). Sin embargo, lo más importante fue que acá es donde Christopher Nolan vio las posibilidades de Murphy. Así que de 28 Days Later debemos dar un salto al 2005.

Ese 2005 fue el año de Murphy, porque Batman Begins lo introdujo realmente al cine de consumo mundial, si bien audicionó para el papel de Batman, Christopher Nolan lo tenía en la mira para uno de los villanos: Scarecrow (el psiquiatra-psicópata). Con Nolan desarrolló una relación de apadrinamiento que incluye en 20 años, 6 películas. Ya la historia estaba en marcha, y era imparable.

Así que después vino Peaky Blinders (2013). El actor irlandés se volvió mainstream al cien por ciento. Si no habían bastado sus ojos, su voz y su actitud de músico (no solo es la actitud, realmente fue músico) para conquistar los corazones, el añadir varias libras de masa muscular a su cuerpo fue definitivamente la cereza del pastel.

Con eso pasó a formar parte del imaginario colectivo como un rudo y prepotente gangster y, posteriormente, como un meme de mirada crítica y despectiva, que es donde comenzamos la historia. Desde ese inicio hasta el día de hoy, cuando estamos viéndolo recibir el premio por mejor papel protagónico en los Golden Globes.

Haters gonna hate, pero acá es necesario hablar del lado suave de Cillian. Porque no es del todo apático, solo ligeramente sociópata. Y a pesar de reconocer que las relaciones públicas no son su fuerte, y posiblemente las relaciones sociales tampoco, es un completo románico, de los de la vieja escuela. Incluso subió al podio de los Golden Globes con el labial de su esposa en la cara. En un mundo altamente superficial, en el que es normal cambiar de corazón como de camisa (sin perder la sonrisa, dice Calamaro), sorprende su relación de más de 22 años y el amor por su esposa e hijos que le llevó a vivir en Dublín; lejos de Londres (donde las estrellas), en parte porque es otro país (en serio, es otro país, para algunos irlandeses Sunday Bloody Sunday no sólo es una canción de Bono), pero también porque quiere mantenerse lejos de los medios, del ajetreo, del mundanal ruido…

Ahora, tampoco es que sea un manso corderito, ya vemos como la organización de los Globes tuvo que censurar parte de su discurso, por usar una de esas palabras que en inglés empieza con “f”... lo cual resulta ilógico porque el actor es irlandés, la palabra es casi una muletilla (y una de las más amables) dentro de la forma de hablar de su país.

La suavidad de Cillian también quedó muy clara durante la promoción de Anthropoid en 2016, con Jamie Dornan. En las entrevistas todo fue risas y abrazos, sobraron las miradas de complicidad, las palmadas en la espalda… nunca se ha visto un bromance más puro.

Entonces, creo que podríamos resumir a Murphy como un outsider. Con ojos tan profundos como la muerte y con la capacidad de expresar un complejo mundo con un sencillo monosílabo (un gruñido que, dependiendo de la entonación, puede ser aprobación o desaprobación). Este ex músico de la Irlanda rural, con capacidad de interpretar en pantalla, tanto a asesinos desquiciados como a sensibles maestros de secundaria y capacidad de interpretar a la perfección ambos géneros (binariamente hablando), es un espécimen de los que no se pueden encontrar fácilmente. Su modestia e indiferencia por la fama también son insólitas.

Se le vio en las pasarelas promocionales de la película Oppenheimer, apocado, tal vez incómodo. Tratando de no chocar con los elefantes blancos que habían sido sus compañeros de pantalla. Muchas veces le salvó el brazo cariñoso de su coprotagonista, Emily Blunt, quien lo acercó para que ocupara su puesto central en las fotos. Y es que definitivamente no le gusta. Así, literal: “no me gusta que la gente me saque fotos” dijo en entrevista a Rolling Stone.

Si bien no usa redes sociales (se considera muy viejo para eso), puede decir con orgullo “ahora sé que hay memes sobre mí sin saber lo que era un meme.”

Actualmente se confirmó la secuela de 28 Days Later con la participación de Murphy como productor. Él, por su parte, también tiene entre manos un proyecto de producir su propia película: Small Things Like These. Así que la cosa sigue en movimiento, principalmente porque es uno de los candidatos para recibir el Oscar, el 10 de marzo.

Ahora, volvamos al inicio, porque la introducción de todo este texto puede cambiar (ya los lectores aguantaron dos versiones, la del meme y la de Disco Pigs) si se lleva la famosa estatuilla, la historia debería iniciar diferente:

Corría el año 2024, un actor al que la modernidad digital miraba con incomodidad por su desapego a las (omnipotentes) redes sociales logra hacerse con el Oscar a mejor protagonista en el cine de Hollywood. Su apariencia era misteriosa y se movía por las pasarelas con una actitud discreta, aunque segura. Era Cillian Murphy…

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