Así se desprende de los resultados de la Encuesta Actualidades 2023 de la Escuela de Estadística de la UCR.

Solo uno de cada cinco hombres piensa en buscar ayuda para afrontar sus problemas de salud mental.

Así se desprende de los resultados de la Encuesta Actualidades 2023 de la Escuela de Estadística de la Universidad de Costa Rica (UCR), la cual consultó a personas adultas de todo el territorio nacional y con al menos un año de residir en el país, sobre esta y otras temáticas.

La encuesta entrevistó a 630 individuos mayores de edad entre el 1 y el 31 de octubre del 2023 y tiene un margen de error de ± 1,9 puntos porcentuales.

El estudio, que enfocó una de sus áreas de consulta en el tema de la salud mental, reveló que menos de la mitad (48,4 %) de los hombres que pensaron en buscar esta ayuda, concretó su intención.

En contraposición, aproximadamente una de cada tres mujeres pensó en buscar ayuda profesional en esta materia y, de ellas, el 65,1 % efectivamente realizó la consulta.

El estudio señala que si bien puede decirse que los porcentajes de consulta efectiva son bajos en ambos sexos, "las mujeres mostraron una mayor disposición a buscar ayuda en otras personas no necesariamente profesionales en la materia, en caso de presentar un problema de salud mental, con un 85,9 %, mientras que solo el 76,8 % de los hombres estaría dispuesto a lo mismo".

Además, agrega que:

Estos datos confirman científicamente la percepción generalizada de que a los hombres les cuesta más pedir ayuda que a las mujeres, a la hora de gestionar sus emociones y enfrentar sus problemas".

Entre las razones para no consultar a un profesional en salud mental, las personas entrevistadas manifestaron una diversidad de motivos, entre las que destacan la falta de dinero (24,8 %), la inseguridad sobre el tema (14,6 %) y el tiempo disponible (13,2 %).

Según Andrés Ruiz Sánchez, investigador del Instituto de Investigaciones Psicológicas de la UCR, los hombres muestran un mayor hermetismo a la hora de hablar de sus emociones e inquietudes ante la vida porque, "de acuerdo con la masculinidad tradicional, el hombre siempre debe mostrar estabilidad emocional, cumplir con su función social de soporte y jamás mostrarse débil o vulnerable":

Ese estigma que existe de siempre mostrarnos fuertes, siempre mostrarnos ecuánimes, siempre mostrarnos estables, nos lleva a reconocer poco nuestras emociones. Yo me aventuro a decir que la mayoría de los hombres no somos capaces de reconocer cuando estamos tristes, cuando tenemos una incertidumbre emocional, cuando disfrutamos diferentes tipos de felicidad”.

Escapes en situaciones de riesgo

De acuerdo con el investigador, la dificultad que tienen los hombres para identificar sus emociones se suma al imperativo social de ser capaces de resolver todo por sí mismos, lo que hace que los varones no recurran a su círculo familiar y amigos más cercanos para enfrentar las dificultades e incertidumbres.

"Esto provoca que muchos terminen canalizando sus emociones hacia la ira y hacia conductas, peligrosas, violentas o destructivas", agrega la encuesta.

Ruiz agrega que la mayoría de los espacios recreativos para los hombres apelan a la adrenalina, al contacto físico y a la agresividad, sin mencionar la ingesta de alcohol que suele estar presente en todo momento, lo que "lejos de contribuir con su bienestar, se convierte en una distracción que impide que la persona enfrente sus problemas de forma real y elabore mecanismos para mejorar su situación de vida":

El resultado de esta evasión se traduce en enfermedades, en obesidad, en problemas de socialización, en frustración laboral, en violencia doméstica, en pleitos callejeros, en muertes en carretera y en suicidios".

Al respecto, Ruiz lamentó que:

Me aventuro a asegurar que todos los comportamientos negativos que los hombres tenemos tienen que ver con ese mal manejo que tenemos de las emociones. La manifestación más triste es a nivel de los suicidios que se manifiesta más en los hombres”.

"Los hombres tenemos que promover otras masculinidades"

El investigador indicó que es urgente abrir espacios de reflexión e intercambio, en el que los hombres se cuestionen el modelo de masculinidad imperante y propongan formas nuevas y sanas de vivir.

Sin embargo, reconoció que en el país no existen los espacios suficientes e idóneos para ello:

No tenemos esos espacios. Yo sí creo que los hombres tenemos que ir construyendo esos espacios entre nosotros mismos, empezar a reconocernos esas posibilidades de promoverlos, de normalizarlos, de promover otras masculinidades donde nosotros podamos ser capaces de apoyarnos y de decirnos a nosotros mismos que si necesitamos ayuda podemos ir donde una persona profesional. Debemos normalizar buscar ayuda, especialmente en nuestros espacios con colegas, con amigos y hacer ver que es importante conversar sobre estas cosas, no sacarlas con violencia o en espacios donde no se promueve una elaboración de lo que llevamos por dentro, de las cosas que nos agobian, y que nos ayuden a trabajar y a reconocer nuestras emociones”.

Ruiz indicó que si bien hay muchas actividades que pueden ayudar a encontrar el equilibrio emocional, pero fue enfático en que estos temas deben ser abordados de manera profesional "para que la persona pueda elaborar qué está sintiendo y ponerlo en palabras, algo que a los hombres se les dificulta mucho", aunque admitió que la consulta psicológica es cara y que no toda la población tiene las posibilidades económicas de pagarla, al tiempo que aceptó que los servicios de salud mental que brinda la Caja Costarricense de Seguro Social están saturados y no son una opción eficiente.

El especialista finalizó señalando que es "urgente" que sean los propios hombres los que promuevan estos espacios en su entorno cotidiano para reflexionar en conjunto sobre estas inquietudes y necesidades, alejando de estos espacios los estereotipos de la masculinidad tradicional:

Creo que la promoción de estos espacios siempre tiene que estar mediada por la deconstrucción y la promoción de nuevas masculinidades y que esté mediada por una persona que sepa hacia dónde va a direccionar eso, que no se vuelva un grupo de hombres quejándose de lo malas que son las mujeres cuando ellos son muy buenos con ellas, sino que se vuelva un espacio reflexivo, deconstructivo y que eso nos haga promovernos e ir interiorizando esas nuevas masculinidades”.