“Desde el TSE informaron que en total existen 161 partidos políticos debidamente inscritos que pueden presentar candidaturas para las próximas elecciones municipales a desarrollarse el 4 de febrero de 2024. De los 161 partidos políticos inscritos hay 34 a escala nacional, 22 de escala provincial y 105 partidos cantonales”. (Fuente)
Descrito lo anterior me surgió una falsa felicidad sobre el gran interés de los ciudadanos por desarrollar nuevas políticas, de renovar los mandatos, de nuevas y frescas ideas para lo que el Tribunal Supremo de Elecciones (TSE) a denominado y de forma correcta, “nuestro pedacito de tierra”.
Sin embargo, al revisar los exámenes muchos de los que aplicaron no obtuvieron ni siquiera la nota mínima, esto sumado a que no hay posibilidad de convocatoria, varias agrupaciones (incluida la que representaba) quedaron fuera y no podrán participar este próximo 4 de febrero.
Por qué digo una falsa felicidad, esto porque al cierre de la inscripción de partidos, revisados los recursos donde inclusive los magistrados tomaron parte y ya con las papeletas impresas procedo a realizar un análisis de nuestro Cantón y creo no equivocarme que es un movimiento repetitivo en otros cantones a nivel nacional, los partidos tradicionales y otros que luchan por no desaparecer han experimentado un cambio de “lideres” y ante serios cuestionamientos han decido realizar como se dice popularmente una limpia...
¿Cuál es el daño colateral? Que esos líderes que no han recibido cabida en sus partidos simplemente sino figuran no les interesa seguir participando, han adoptado usando un término de moda un partido “taxi” y aparecen así figuras que en el pasado sin pena ni gloria han ocupado las alcaldías, sin actualizaciones y con proyectos que no corresponden a las realidades en las que vivimos en nuestros cantones. O bien, alcaldes a los que los ha alcanzado el reglamento de la reelección y quieren poner en su lugar marionetas para que ellos detrás de cortinas sigan ejecutando lo que les conviene.
Sería oportuno que la experiencia acumulada de esos muchos que quieren seguir figurando se aproveche en su lugar para servir como exponentes, como guías para de verdad generar nuevos partidos políticos, no con las mismas artimañas ni con los deseos de poder que se han caracterizado en el tiempo. Sería mejor que impulsen a nuevas generaciones a la participación política y democrática, lamentablemente por esta vez, en su mayoría, no es así.
Nuestra democracia es motivo de orgullo, la forma en la que se llevan a cabo las elecciones tanto municipales como nacionales es ejemplo para muchos países, pero en definitiva estamos perdiendo terreno. Insto y hago un llamado a la participación electoral, a leer planes de gobierno, a elegir las personas que representan no el interés propio sino el interés colectivo, a pensar en plural y no en singular, a quejarnos menos y participar más, a involucrarnos en nuestras comunidades, a motivar la participación de más jóvenes y mujeres, a salir a VOTAR.
Espero que las generaciones futuras en un plazo no muy lejano dentro de sus Programas Educativos gocen de una Educación Política que les ayude a hacer conciencia de lo importante de nuestro sistema democrático y que despierte en ellos el interés participativo electoral.