Cuando se habla de elecciones municipales en Costa Rica, a menudo escuchamos frases del tipo, “no voy a votar porque no conozco a ninguno” (personas que se están postulando); “en esas elecciones yo nunca he votado” (la costumbre hace ley); “no van a resolver nada” o, “voy a ver si me decido” (a votar).
Pero resulta que, si intentamos romper esa inercia y estamos atentos a esos miles de personas que sí están pendientes de que las elecciones han sido convocadas y se postulan por alguno de los tantos partidos nacionales, provinciales o locales, viejos y nuevos; nos damos cuenta de que hay quienes le dan curso a los procesos democráticos, que vez a vez, hay quien se interesa de que los procesos mejoren, den cuenta de mejor manera de los desafíos que enfrentamos, de las disparidades que existen, que es necesario volver la mirada a nuestras comunidades y romper esa cortina de indiferencia que parece estarnos ganando la batalla a lo largo y ancho del país.
Estas circunstancias no son ajenas a las motivaciones para la puesta en marcha del proyecto Pacto Ético Inter partidario Sitio Mata 2023-2024, como un intento de convocatoria ciudadana, liderada por jóvenes de los más diversos partidos políticos, en el que se invita a los partidos como organizaciones políticas y a quienes aspiran a los cargos de elección popular a realizar una campaña política limpia, decente, basada en el respeto y la pluralidad como su principal riqueza, se les invita a firmar ese acuerdo en que reafirmen su compromiso en los valores democráticos que se espera rijan no solamente el proceso electoral, sino también toda la gestión pública.
Esta iniciativa ha mostrado al menos dos cosas: que son muchos, entre los que se presentan a las elecciones, que han escuchado la convocatoria y han aceptado la apuesta de firmar los 25 compromisos que allí se consignan (2/3 partes de los partidos en la contienda ya firmaron el pacto y varios cientos de mujeres y hombres candidatos lo mismo y contando, pues lo hacen por la vía digital).
Pero el pacto es también una llamada al voto a todo el electorado de los 84 pedacitos de Costa Rica, como les llaman en estos días. A que cada costarricense que tiene su nombre estampado en el padrón electoral, tiene de algún modo el privilegio y la responsabilidad de elegir a sus representantes locales.
Hay una suerte de estigma por el alto abstencionismo que históricamente caracteriza a las elecciones municipales. Un alto precio de las elecciones “de medio período”.
Al separar las elecciones municipales, de las legislativas y presidenciales, se pierde el efecto de arrastre, pero también la fuerza de movilización para visitar las urnas electorales. Si a ello se suma el signo de pregunta y hasta de impotencia que nos plantean los noticieros un día sí y el otro también, respecto de la violencia, la inseguridad, la falta de oportunidades, la pobreza y las desigualdades que son el pan de cada día de muchas de nuestras comunidades; está claro que no estamos hablando de una convocatoria fácil. Se necesita convicción democrática y coraje para postularse con honestidad para aportar al desarrollo y el bienestar, pero también para fortalecer los canales de nuestro sistema político y en particular a las municipalidades.
Ya mucho se ha dicho que las municipalidades son los gobiernos más horizontales, más cercanos a las comunidades y la gente. Pero hoy no es solo eso, las elecciones municipales del próximo 4 de febrero, tienen algunas características que nos muestran que podemos acercarnos a votar con nuevas reglas que impiden a quienes se habían casi entronizado en las alcaldías, que den campo a la renovación de cuadros, con todo lo que ello implica para la motivación a crear nuevas estructuras partidarias en los municipios y por supuesto a remozar las estructuras vigentes. Pero también está la puesta en marcha de la paridad vertical y ahora también horizontal de mujeres y hombres en la postulación a los distintos cargos. Ello ha desafiado a los partidos, y los que están compitiendo en este momento, cumplen estas disposiciones a criterio del órgano rector, el TSE. Hasta tenemos nuevos cantones, que eligen por primera vez a sus representantes, como son los casos de Puerto Jiménez y Monteverde.
No hay mucho ruido por las elecciones: a solo 10 días del gran día, vemos algunas vallas, atendemos uno que otro debate o entrevista, escuchamos algún altavoz y se mueven, eso sí, mucho más las redes sociales. Pero no es necesario mucho ruido, lo central, lo fundamental es que tengamos al menos curiosidad por saber qué se juega y quién se la está jugando por mi cantón esta vez.
Que venzamos la indiferencia que nos hace irresponsables y seamos más críticos con causa, que sepamos de lo que estamos hablando y tengamos la valentía de ir a votar, para tener autoridad moral de exigir cumplimiento, transparencia y eficacia en los objetivos del bienestar y de mejora de las condiciones de nuestras comunidades.
¡Las elecciones municipales sí importan!
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