Influenciado, tras sus diversos viajes y estudios en Europa, por el positivismo europeo y el modelo napoleónico de educación superior, el educador costarricense benemérito de la patria Mauro Fernandez decretaba, en 1886, la Ley General de Educación común. Esta reforma, que aseguraba educación gratuita, estructurada y obligatoria, pavimentó el camino que le permitió a nuestro país haber sido referente en el ámbito académico de la región, con altos índices de alfabetización, matriculación escolar y cobertura educativa tanto primaria, secundaria como superior. Esta democratización de la educación representa, en su más pura forma, un estado que tiende la mano y le otorga a sus ciudadanos las herramientas necesarias para vivir dignamente.
El Liceo Franco Costarricense nos da, a sus alumnos, la oportunidad de tomarle la mano al Estado. En un modelo poco usual, esta institución decide no cerrar sus puertas, y permite la coexistencia de dos sistemas educativos. Gracias a esto, podemos disfrutar de los beneficios de la educación francesa, así como enriquecerlos gracias a la educación costarricense.
Es por lo que decidí, con estas palabras, agradecer. Agradecer a nuestro sistema educativo nacional, que nos prepara con una visión globalizada del mundo, a afrontar los desafíos que nos separan de una humanidad más próspera e igualitaria. Agradecer a esta institución, por habernos dado el placer de aprender con este sistema, en paralelo con la educación francesa.
Agradecer a nuestros profesores costarricenses, que fueron más allá de lo profesional para asegurarse de que tuviéramos las herramientas necesarias para enfrentarnos a lo que nos espera. Y agradecer a los padres de familia y tutores, que sacrificaron los años y recursos necesarios en un sistema especial para garantizar nuestro futuro. Sin embargo, me es imposible hablar de nuestra educación nacional, sin sentir angustia y preocupación.
No es misterio para muchos que nuestro país atraviesa una crisis educativa, producto de políticas de pasadas y presentes administraciones, así como imprudentes decisiones, que han vulnerabilizado sensiblemente la calidad educativa que nos distinguía. Para ser un país conocido por reemplazar los soldados con profesores, y las armas con libros, la inversión y atención que le damos a nuestra educación se ha visto particularmente deteriorada en diversos sentidos, y los síntomas de esto se empiezan a ver en las generaciones que están comenzando su educación.
Es por eso que no solo pido que seamos conscientes y agradecidos de la importancia de nuestra educación, sino que entendamos la responsabilidad que tenemos, como juventud del país, de defenderla y preservarla, para que cualquier estudiante costarricense tenga las mismas oportunidades que un estudiante de educación privada y para que en 10 años, la persona que esté parada donde yo hablo, tenga la misma apreciación por nuestro sistema nacional que tengo hoy yo.
Discurso dado en el acto de graduación del Liceo Franco-Costarricense al final del ciclo lectivo 2023
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