El estado en que se encuentra el mundo actualmente me hace querer proclamar, parafraseando a Marx: “¡Moderados del mundo, uníos! No tenéis nada que perder, excepto el miedo”.

Y es que hay miedo. Miedo por el ascenso de los extremismos, los radicalismos, los fundamentalismos; de los autoritarios, los populistas, los tiranos y  los déspotas.  Y cada vez más muchos de nosotros nos preguntamos qué hacer.

Lo primero es no dejarnos arrastrar. La lógica de los extremistas es actuar de tal modo que suscite reacciones extremas en los demás. A lo que un extremista teme más, no es a otro extremista que, a fin de cuentas, es su socio, pero en un bando opuesto, en la tarea de polarizar la sociedad; a lo que más teme un extremista es a una persona moderada. Por ello la atacarán sin piedad. Quizá el eje principal de su ataque es sembrar la noción de que “debe tomar partido”, pero los términos de la opción la definen unilateralmente ellos mismos: “si no está con nosotros entonces quiere decir que está con mis enemigos”.  La estrategia de todos los extremistas, sean de izquierda o de derecha; sean cristianos, judíos, musulmanes, budistas o ateos es siempre la misma: erosionar el centro hasta liquidarlo. Llevar la situación hasta que solamente hayan dos bandos dispuestos a aniquilarse mutuamente, cada uno convencido, hasta el fanatismo, que la suya es la única verdad posible. ¡Debemos rechazar esa falsa disyuntiva! Nuestra opción como ciudadanos del mundo no es aceptar el que tengamos que escoger entre dos extremos; nuestro deber es levantar, mantener y fortalecer la única opción moral y humanamente aceptable: la de la moderación, la tolerancia, la del respeto al otro a pesar de las diferencias.

Lo segundo es no callar. Es tener la determinación y el coraje de levantar la voz de la prudencia, de la cordura, de la sensatez, de la concordia, de la justicia y de la paz en medio del coro estridente de los extremistas que quieren ahogar toda voz que defienda los valores fundamentales de la convivencia respetando las diferencias.

Lo tercero es unirnos. Tenemos que ser capaces de ofrecer a la ciudadanía opciones políticas, religiosas y culturales serias que sean portadoras de los valores esenciales de la convivencia en paz. No me cabe duda de que en cada país y en el mundo los moderados somos mayoría. ¿Por qué, entonces, parece que los extremistas nos arrastran poco a poco a la división, al rencor, al encono y a la discordia? La razón principal para que ello ocurra es la apatía de muchos y muchas. Debemos ser capaces de participar en el espacio público y privado  propiciando y defendiendo los valores que permiten la convivencia en paz en cada país y entre países. Hoy en día eso pasa por manifestarse en el microespacio de la familia y de las amistades: declararse “moderado” en las discusiones y conversaciones que se dan continuamente en el ámbito familiar, con los amigos y con los colegas en el trabajo. También declararse “moderado” en las redes sociales y convertirse en un participante activo en el espacio digital defendiendo y promoviendo los valores de la tolerancia, el respeto, la justicia y la paz. Implica también la capacidad de renovar opciones políticas actuales o de construir opciones políticas nuevas, todas ellas teniendo como ejes centrales de su acción los valores de la democracia, la justicia social, los derechos humanos y el cuidado del Planeta.

Los moderados tenemos el imperativo moral de ser mejores que los extremistas: mejores en propiciar justicia social eliminando la pobreza, mejores en ofrecer oportunidades, educación y empleo a las grandes mayorías; mejores en ofrecer salud de buena calidad a todas las personas; mejores en combatir la corrupción y el narcotráfico.  

¡Los moderados tenemos que ser mejores que los exaltados! 

Es mucho lo que está en juego. La humanidad está en curso de colisión contra sí misma. A los extremistas los ciega su fanatismo: no son capaces de advertir que nos llevan al precipicio o, si lo hacen, consideran que una conflagración nacional, regional o mundial vendría a ser algo así como un acto de expiación necesario e inevitable. 

Al enfrentar  a Donald Trump la cantante pop Taylor Swift declaró: “tenemos que estar del lado correcto de la historia”. Tiene razón. Hago votos para que su proclama llegue a millones de jóvenes en todo el mundo. 

Los moderados tenemos la responsabilidad histórica de asumir el reto de nuestro tiempo: hacer que en el mundo prevalezca la sensatez, la tolerancia, la justicia social y la paz. #soymoderado #soymoderada

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