La mujer que iba a morir se llama Hortensia Flores.
La noticia de su muerte la conmovió.
¿Cuánto tiempo me queda doctor? Preguntó directamente, él la miró con gentileza y le dijo – quizá un mes.
— Gracias por su honestidad… Y salió del consultorio, despacio.
Un mes, se decía, pensando que fuera un mes exacto entonces moriría un 26 de marzo, a qué hora moriré se preguntó, mientras se subía al auto, bueno, he visto esto en las películas se decía a sí misma, ella hablaba mucho sola, y sobre todo mientras manejaba, este día tenía mucho más que decir.
¿Será que amanezco muerta el 26 de marzo, o me dará tiempo de ir a caminar en la mañana, a qué hora moriré? ¿Al medio día o la hora de la cena? Qué falta de exactitud la del médico que le acaba de dar la noticia, tan cara la consulta pensaba, pero bueno, al menos no tengo que pagarle el próximo mes, será un consuelo.
No era su muerte lo que le preocupaba, nunca le tuvo miedo a morir, era más bien cómo los demás tomarían la noticia, cómo decírselo a su jefe, por ejemplo, pensó en el proyecto en que está trabajando y llegar a darle semejante información lo pondría furioso, todo se atrasaría, luego pensaba en cómo decirle a sus padres, a los cuales hace dos años no veía, sólo por redes sociales y aunque hablaban de vez en vez por el chat familiar, sabía que tendría que avisarles algo, darle algún dato sobre el acontecimiento que se aproximaba, pero no sabía cómo, pensó en verlos pero no contarles nada.
Se detuvo en el semáforo en rojo y pensó en su marido, tenemos sólo doce años de casados, aún estamos jóvenes, todavía no tenemos hijos y se dijo, Luis estará bien, o tal vez no… empezó a aturdirse, unas lágrimas se asomaron en sus ojos. ¿Cómo se lo digo?, se preguntaba mientras manejaba de regreso a casa. Pensaba en cómo cambiar su cara, porque esta noticia no le trajo tristeza, más bien calma, no podría entrar a la casa y decir, finalmente moriré con bombos y platillos. Tenía que practicar cara de tristeza.
Llegó a su casa, rápidamente subió las gradas, buscó un pantalón nuevo que no había estrenado y se lo puso, se pintó y arregló el pelo. Bajó a la cocina y preparó una deliciosa cena para los dos.
¿Cómo te fue hoy? Le preguntó él.
Ella lo miró a los ojos y le dijo, me fue bien, ninguna novedad.
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