Hace varias semanas que estoy ausente en la columna, precisamente por esos procesos de cambio. El trabajo y los proyectos hacen que a veces no me pueda sentar a escribir tanto como me gustaría y he descubierto que hay que gente logra hacerlo tan natural como sentarse a pedirle al chat de inteligencia artificial que le haga las cosas, ha cambiado mucho la forma de hacer periodismo desde que yo estudié hasta ahora.

Exactamente de eso estuve hablando en la conferencia de liderazgo profesional para mujeres en la que participé hace pocos días, este retiro fue realizado por la Universidad de Estudios Espirituales y Meditación, Brahma Kumaris en la ciudad de New York, fuimos invitadas 50 mujeres de diferentes lugares. Definitivamente una experiencia enriquecedora, siempre que uno comparte con otras realidades, puntos de vista, idiomas y costumbres. El cambio estuvo presente, en conversaciones, actividades y en el propio ir y venir de la actividad.

Hablamos mucho sobre el poder interno femenino y su impacto en la vida profesional, así como el papel que estamos jugando cada una con nuestro trabajo y cómo la herramienta de la meditación y la concentración nos ayuda a generar espacios de bienestar en nuestro entorno y la vida diaria, todas sin excepción estuvimos de acuerdo que uno de los temas que más nos cuesta es la adaptación a al cambio o ser propulsoras de este y tener que lidiar con la resistencia del entorno. El impacto de la resistencia al cambio radica en el riesgo de seguir de la misma forma en que nos encontramos. ¿Cuánto nos cuesta, seguir igual? ¿Qué es lo que por qué puede pasar si no cambio?

El cambio, es una constante. Es cierto, sin embargo, es más común que las personas se resistan a fluir, que, a aceptarlo, hay siempre una resistencia natural, originada por el miedo a la incertidumbre de no saber qué hay después, pero ahí es justamente donde está la magia. Y yo en particular siento que somos pocas y pocos, los que disfrutamos de vivir esa magia, de dejarnos llevar, por realmente vivir el “fluir”, sin miedo.

En fin, esta semana volví a trabajar en los proyectos que me tienen ocupada, todos son diferentes, se puede decir que estoy en constante cambio de panoramas día a día, algunas veces estoy con ingenieros de maquinaria pesada, otras veces con personas de la industria del turismo, otras con representantes de seguros internacionales y en ésta última etapa del año, mucho de mi tiempo se lo estoy dedicando a la gestión de la comunicación y las emociones con adultos mayores de 50 años.

En esta población de adultos mayores, he encontrado mucha menor resistencia al cambio, (podría pensarse lo contrario) pero no, estas personas me han sorprendido, he podido aprender cómo sus vidas van, cómo deben aprender cosas nuevas, por ejemplo, el uso de la tecnología, como ven sin temor el futuro, pero también como viven el día a día con el rechazo y la falta de oportunidades, así como, la discriminación social que en muchos casos proviene de la propia familia.

Ojalá, cambiáramos sin tanto dolor y resistencia, ojalá nos permitiéramos ser más agradecidos con todos retos de la vida, especialmente porque nos cambia.

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