Hace poco, tuve una conversación con un grupo de jóvenes que me dijeron, así sin darme chance de prepararme ni nada, que “el arte y todas esas cosas son tonteras que ocupan campo en la pared”. Poco después, me salió una de esas notas eruditas del Facebook, instando a que nos deshagamos de todos los chunches sagrados que hemos ido guardando toda la vida, porque ahora la moda es tener un espacio minimalista, diminuto, donde uno caiga a dormir y bañarse y nada más, pues «todos esos muebles y libros y tapetes y adornos, llegan a ser basura». Póngale carita triste.
Decidí agarrar cuadernos, partituras, calendarios y cuanto papel interesante existía en mi acopio hogareño y convertirlo todo en marcalibros y tarjetas. A mis amistades en todo el mundo les envié tarjetas, pero Correos de Costa Rica anda “pa’l tigre” en materia de correo internacional y ninguno de mis envíos ha llegado en cuatro meses. Y una joven, muy delicadamente, me rechazó el separador de páginas, pues hoy en día ya no se usa leer libros; para eso está la tablet.
Así que de nada sirve venir a comentar sobre el conflicto Israelí-Palestino, cuando las tablets de tanta gente no han bajado algo de Max Dimont y, a pesar de ser un libro más ameno, La Fuente de James Michener tiene más de mil páginas. También están En búsqueda de Fátima (de Ghada Karmi), On Palestine (Noam Chomsky y Ilan Pappé) y muchos otros que no la ven contra memes y viñetas que sí son más cool, para estar al tanto de lo que sea más carga ver y menos carga para la tablet.
En octubre se vale creer en brujas y terror marca diablo, pero creo que todos concordamos en que una cosa es terror de Hollywood y otra cosa es terrorismo; y a ese terror verdadero que estamos viviendo desde lejos en Ucrania y el Medio Oriente, se le fue la mano y hay que detenerlo. Lamento desinflar el modo sarcástico de la presente entrega, para sustituirlo con una luz roja de alerta, primero ante memes y viñetas que aunque provengan de publicaciones grandes, contengan algún sesgo o les falte un poco de cuidado. Y segundo, contra cualquier manifestación anti-judíos o anti-palestinos, pues las chispas llegan hasta nuestra sociedad y de ahí crece la llama del odio.
Hace una semana vi una viñeta de El Roto, donde pone un hombre vestido de civil y otro (¿otra?) que parece palestino(a), creando humo del ataque del bueno y el ataque del malo: lo que algunos puedan interpretar de alguna forma, otros lo ven de otras formas y así nace el conflicto. Es mejor no compartir viñetas sobre un tema tan complejo, el cual repercute en todo el mundo de tantas maneras distintas.
Es mejor tomarnos el ratito para leer un poco de historia ya sea por tablet, tele o gugolazo, para empezar a entender cuáles son las preguntas a las respuestas, y viceversa. Y ponerle atención a situaciones nacionales que puedan llegar a ponerse feas. En potencia, no somos un Oriente Medio; sólo andamos medio orientados.
Los minimalistas sin basura en la pared, tal vez debieran ver alguna peli de las antiguas de hace mil años, cuando crecíamos y vivíamos con gente, mascotas, tapetes en los muebles, regando macetas y dándole brillo al piso. Sin take out ni mall, ni más popofonada que la vida en familia, vestidos de domingo o yendo a comprar el diario para comer o el diario para leer. Leer libros en vez de ver la acción por YouTube tal vez no era muy glamuroso, pero era vida apegada a la Vida: a la convivencia con seres queridos; a vivir y morir en paz.
Quien quiera uno de mis marcalibros, que por favor me lo diga. ¡Todavía tengo bastantes!
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