Por Martha Amalia González Hidalgo – Estudiante de la carrera de Administración de Negocios
El mundo moderno cada vez nos exige más como personas: que seamos más ordenadas, que tengamos hábitos más saludables, que nos alimentemos mejor, que hagamos ejercicio, que viajemos, que hablemos varios idiomas y, además de todo, que seamos cada vez mejores personas, más equilibradas y felices. Cuando se menciona todo lo anterior parece una tarea imposible de lograr, sin embargo, hay gente que sí lo hace, quizá no todas las categorías mencionadas, pero las más importantes, que para mí son las tres últimas. Se me viene entonces a la mente todo lo relacionado a las habilidades blandas, cómo éstas nos ayudan a lo largo de nuestra vida a generarnos ambientes cómodos y seguros, y también cómo nos construimos y deconstruimos con el pasar del tiempo.
En el mundo se habla de habilidades blandas desde el inicio de los años setenta. Entre ellas podrían comprenderse la inteligencia emocional y psicosocial que tiene una persona, lo cual abarca desde los hábitos personales, capacidad de gestionar el tiempo, manejo del estrés, empatía, hasta la forma en la que la persona se comunica. Así, las habilidades blandas han revolucionado las organizaciones y la forma en la que estas desarrollan sus procesos de reclutamiento y selección de personal. Hoy día incluso se realizan pruebas para identificar las fortalezas que las personas presentan en la materia, y que podrían generarle rentabilidad a la empresa según su estrategia; al igual que las posibles debilidades que podría presentar. En este sentido, podía asegurarse que las organizaciones valoran las habilidades blandas tanto o más que las habilidades duras.
Quizá ponerle un nombre técnico a las características o rasgos de personalidad de las personas era lo que se necesitaban las organizaciones para discernir de una mejor forma a sus colaboradores. No obstante, hay un tema muy interesante respecto a esto y es cómo unas organizaciones nos exigen en mayor o menor grado el desarrollo de X o Y habilidad blanda. En un mundo laboral tan competitivo como en el que vivimos hoy en día, las personas que formamos parte del mercado laboral debemos poner mucha atención a esto.
Es posible que muchas de nuestras habilidades blandas sean características innatas, sin embargo, conforme crecemos, podemos pasar por varias empresas compartiendo distintas culturas organizacionales, diferentes puestos; compartimos con diferentes personas y así, con la experiencia y la formación continua, vamos desarrollando diferentes habilidades: en unos puestos más que en otros, en algunas etapas con mayor velocidad, pero en general, los distintos ambientes nos van moldeando. En buena teoría, deberíamos ser cada vez mejores, más competitivos y con perfiles cada vez más apetecibles para las compañías.
En fin, cada persona tiene la responsabilidad de cultivarse a sí misma y aprovechar todas las oportunidades que ofrecen las diferentes experiencias y organizaciones, pero es muy difícil pensar que alguien, si no se preocupa por fortalecer sus habilidades blandas, sin descuidar las duras claramente, continúe siendo un perfil atractivo para las compañías. Hoy día, con la facilidad de acceso a las tecnologías, debemos esforzarnos por al menos entender cómo aprovecharlas para el desarrollo de nuestras habilidades blandas, para de esta forma mantenernos competitivos y buscar siempre ser nuestra mejor versión, porque sí, nuestro lado blando puede representar nuestra solidez, tanto hoy como en un futuro.