El gran almacén de la memoria colectiva está cundido de relatos e historias que recogen a través de la oralidad y la documentación, el conocimiento de un pasado desde sus raíces más profundas. Son esas mismas raíces las que con honestidad, sostienen sociedades, naciones y culturas; incluyendo las raíces sociales del ser que se sabe y se siente humano. Es la historia y la educación, la salvaguarda de un pueblo, un cantón, una nación. Nos enseña sobre ella misma y sobre geografía, sobre el lenguaje y la literatura, sobre las ciencias naturales, a la vez que nos dota de una memoria y de una visión de mundo anclada en esta ocasión, a este noble y exuberante puerto sin mar: Orotina, noveno cantón de la provincia de Alajuela y su invaluable, ancestral patrimonio material e inmaterial.

Para que el patrimonio cultural inmaterial pueda ser celebrado en toda su vasta y rica extensión, revivido y rememorado además en cada uno de sus lugares más emblemáticos (parque, plaza, mercado, estación, líneas del tren, senderos); en cada uno de los olores, colores, sabores y texturas propios de la riqueza gastronómica de la zona, en el linaje de sus frutas de temporada sin dejar de lado sus prácticas agrícolas, la cultura ferroviaria, y los andenes recorridos años atrás por innumerable cantidad de venteras y fruteros, sus leyendas, música y folklore, etcétera… se deben crear procesos que alienten y robustezcan las vidas de las y los habitantes portadores de voces y memorias vivas. Estos recursos con inventiva, dueños de una creatividad diversa y unificadora, se hallan justo allí, en la fortuna del entorno, en la esencia y la identidad del pueblo orotinense. Es ese su más caro tesoro: el cordón umbilical que los ata a ese pedazo de tierra que los habita, tal y como ellos le habitan también, aún a través del paso implacable del tiempo, y del espacio que cambia de acuerdo a las necesidades actuales del ordenamiento territorial. Prevalecer es la consigna, aún incluso de la amenaza fiera y constante de la globalización que masifica y homogeniza sin considerar especificidad alguna.

Celebrar una gran y emotiva fiesta dentro del marco del Día Mundial del Turismo, garantiza a las y los orotinenses y a todos aquellos que gusten de vivir una experiencia mágica y entrañable; el acceso a la cultura en igualdad de oportunidades aprovechando la enorme valía de cada una de sus manifestaciones artesanales y artísticas, sinónimo de un reservorio impresionante de imaginación, destreza y habilidades.

Celebrar es vivir, sentir, pensar, experimentar las herencias, a través de un sistema de valores, y de un conjunto de memorias colectivas, tradiciones, costumbres, usos, expresiones y habilidades artísticas, estéticas, técnicas y organizativas de las comunidades que buscan compartir la singularidad de sus bienes caracterizados por una gran y muy real carga simbólica.

Aprovechando las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, atrévase usted también a reescribir dentro de la historia, una historia diferente, mirando a Orotina desde algunos de sus incontables ángulos. Venga y redescubra nuevos símbolos y significados. Aprópiese de las maravillas del cantón con solo andarlo, caminándolo con sus propios pies y su mirada.

El viernes 29 de setiembre, desde las 9 a.m. y hasta las  8 p.m. aduéñese y llévese consigo un pedazo de Orotina en el corazón.

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