Cuando yo llegué a Cahuita en los años 80, Cahuita era un pedacito de paraíso, un jardín escondido, mágico, metido en el medio de la jungla, donde era difícil llegar, olvidado por la municipalidad, por el gobierno, nadie la recordaba o le interesaba que existiera Cahuita. Aún así, se vivía muy bien, aquí no se necesitaba de nada, todo el mundo era independiente, la enfermedad de la monilinia había hecho estragos con la finca de cacao, pero la gente seguía su vida tranquila. Todo el mundo tenía su comida, gallinas, huevos, sembraban ñame, yuca, ñampí, plátano, banano, no había hambre, no había estrés, no se necesitaba de cosas materiales se podía vivir muy bien sin nada, era algo que me gustaría que fuera así todavía, claro, entiendo que los tiempos pasan y es inevitable que se cambie, pero era algo mágico.

En aquel tiempo, ya había sido declarado el Parque Nacional, pero era abierto al público las 24 horas, nadie estaba en la entrada para preguntar o exigir nada, se podía entrar a caballo, en bicicleta, con perros, de noche, era algo bellísimo, el sendero siempre estaba limpio, a veces uno llegaba hasta la punta Cahuita sin encontrarse con nadie. Ahí solo habían quedado viviendo Mr. Broom, Mr. Bato y Mr. David que fueron las personas mayores que se resistieron a ser desalojados del Parque. Ellos eran muy amables, hospitalarios, a cualquier hora que uno llegara tenían la fogata encendida con café, rondón, pescado, langosta y siempre lo invitaban a uno. Eran unas chocitas de madera reciclada hechas con hojas y un zinc viejo y Bato, en el momento que hubo problemas y querían demoler hasta esas cabañitas, como protesta había construido una casita en el mar, que es a la que Ferguson le había hecho una canción llamada “Cabin in the Wata”.

Él lo hizo como protesta por el hecho que, aunque no habían pagado todavía todos los terrenos, la gente ya se había tenido que ir. Estas personas se reubicaron en la parte donde se llamaba The Bluff donde ahora está el centro de Cahuita. Él decía, “¿quieren demoler la tierra?, yo la voy a hacer en el agua” y ahí todo mundo iba a visitar, yo tengo una foto, creo que es la única, no he visto otra.  Era algo espectacular, pero en el momento que Bato y Brown vinieron a vivir al pueblo y Mr. David murió ahí mismo en su cabaña, el Gobierno vino a demoler todo.

Para mí era algo, un símbolo de lo que había sido la vida de todo mundo en Cahuita por años, una casita humilde, con el piso de barro, no sé por qué la eliminaron, para mí fue querer olvidarse del pasado, pero el pasado hay que mantenerlo vivo para saber quiénes somos y hacia dónde vamos.

Los primeros años, los extranjeros que llegamos no pensábamos en negocios, en turismo, éramos personas que buscábamos un pedacito tranquilo en el mundo para poder vivir, pero ya en los años 90 esto cambió. Todo el mundo comenzó a organizarse y a hacer inversiones, y vino el terremoto, esto fue un freno muy grande en cuanto al seguimiento de los planes de mucha gente, pero ya pasados los 2 años que las carreteras se abrieron y comenzaron a venir otra vez, ya comenzó a verse el turismo. Un turismo muy ecológico, se lograba tener todo muy limpio, el plástico era muy reducido todavía en aquel entonces, eran personas que querían vivir el contacto con la naturaleza, nada más bello para los locales que poder tener invitados que pensaban de esa manera.

Después hubo mucho conflicto con los del parque, todavía no se ha resuelto nada, pero en aquel momento vivíamos en paz hasta que ya en los años 90, apareció la Municipalidad y ahí sí comenzaron a querer poner en regla el asunto de la Zona Marítimo Terrestre. Comenzaron a pedir a las personas que habían comprado en esta área o que ya habían vivido ahí del tiempo anterior, que pusieran en orden sus papeles para una concesión. Nos mandaron al Instituto Geográfico, nos mandaron al Minae para que declararan que estábamos fuera de una zona protegida, nos hicieron hacer un montón de vueltas la publicación en La Gaceta también y cuando se llegó al momento, ¡sorpresa! no podíamos tener ni siquiera concesiones.

No existía todavía el famoso plan regulador que es el conflicto que estamos viviendo en este momento. El plan regulador no puede abusar de las personas que han vivido aquí tantos años, que han construido su casa con un esfuerzo y han hecho su negocio casi obligado por la municipalidad, esto pues, llegó un momento en el que empujaron a la gente a trabajar en el turismo, la municipalidad necesitaba ingreso, el territorio indígena no paga impuestos, la fuente de ingreso es la zona costera. Entonces propiciaron permisos de construcción que para uno era válido, para ellos ¿quién saben qué estaban dando?, pero uno teniendo un permiso de construcción claro que pensaba que era legal, era nuestro gobierno local. La gente hizo inversiones, vendió en otros lugares y comenzó hacer su futuro, aquí en Cahuita.

Aquí en Cahuita se siguió construyendo, pero logramos mantener el control para que esto no fuera desmedido y es lo mejor que podía pasar. ¿Pero en este momento qué pasa? Quieren hacer un plan regulador, donde primeramente ya viene con su reglamento, como las medidas de las calles, aquí ya están declaradas públicas, pero no tienen las medidas que un plan regulador requiere. A parte, el centro del Cahuita, que sí tiene las medidas porque en 1915 el presidente Flores había naufragado en esta zona y los pobladores de Cahuita lo habían rescatado y él se había tomado muy apecho el bienestar de estas personas, había hecho que se comprara una finca para hacer un cuadrante y que cada persona tuviera su pedacito de tierra.

Esto fue algo muy bueno, pero no se tomó en cuenta en ningún momento de los años a venir, en 1977 cuando se comenzó la Ley de la Zona Marítimo Terrestre, no se tomó en cuenta esto. ¿Ahora qué pasa? En todos estos años, la inseguridad que sentimos los pobladores por poder poner en regla nuestra tierra ha aumentado a un nivel que no sabemos ni dónde estamos parados. Este plan regulador no nos da la seguridad de nada, no nos da la seguridad si el día de mañana no vamos a poder pagar un canon, que va a ser bastante más caro de lo que es hoy en día. Pueden nada más quitarnos todo, las tierras, la propiedad, las casas, todo lo que luchamos por una vida y otorgársela a otra persona nada más porque no podemos pagar un canon.

Por eso no es justo, esto no está bien, una persona que siente que Cahuita es su tierra, ha nacido, ha crecido, ha vivido, se ha esforzado y aun así siente que en cualquier momento puede perder todo, eso no es vida, es injusto, esto no puede ser así jamás, esto tiene que ser diferente. Este plan regulador no nos da seguridad de nada.

Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio. Delfino.CR es un medio independiente, abierto a la opinión de sus lectores. Si desea publicar en Teclado Abierto, consulte nuestra guía para averiguar cómo hacerlo.