A los 500 días del gobierno de Rodrigo Chaves Robles la tentación de dejarnos llevar por el pesimismo es enorme. Hemos visto cómo, en complicidad con la nepotista ministra Müller, han atacado y desvalijado la educación pública hasta dónde han podido. Hemos contemplado, con estupor, a la descorazonada Marta Esquivel meter sus manos en la Caja Costarricense de Seguro Social para dañarla y colaborar diligentemente con la medicina privada, mientras los costarricenses pagan el seguro y ella se roba el salario.

Como el cambio climático no preocupa a Rodrigo Chaves, como un adolescente irresponsable se declaró enfermo para no ir a la Cumbre de los Objetivos de Desarrollo Sostenible y así oímos el discurso de Franz Tattenbach que dejó debiendo y sin voz a Costa Rica, otrora abanderada de la protección ambiental. Gracias a Chaves y a sus secuaces nuestro país quedo excluido de la lista de expositores, por no haber enviado a un líder de alto nivel, aunque la ONU le diera el lugar de expositor inaugural a Carlos Alvarado Quesada.

Nos enteramos de cambios preocupantes en el Sistema de Parques Nacionales, como el proyecto de derogatoria de los parques Manuel Antonio y Marino Ballena y la modificación del modelo de gobernanza del Parque Nacional Cahuita.

Alexander Barrantes, diputado oficialista, vuelve a utilizar los términos “filibusteros” y “prensa canalla” justo al día siguiente de que dos periodistas fueran atacados por un grupo de chavistas. Diga lo que diga el ministro de Comunicación esta “ruta” sí que es clara, los insultos a la prensa sustituyen la información transparente al pueblo.

La armonía y la unidad del país no está en la agenda del ejecutivo y tampoco en la de los diputados chavistas, por supuesto no en la de Pilar Cisneros la maestra de la mentira.

La baja en los recursos del Ministerio de Seguridad, en un momento donde el número de homicidios crece por la “narcoguerra” que se libra en las calles de nuestro país, es inexplicable y preocupante.

En cada ministerio, en cada acción que emprenden vemos menoscabo de lo alcanzado por el país en anteriores administraciones y beneficio claro de pocos: los que los financiaron para estar donde están, familiares y amiguetes.

La olla de presión en la que nos han estado cocinando comienza a abrirse y hemos oído también valientes testimonios de dos exministras: Gloriana López Fuscaldo y Patricia Navarro Molina. No debemos olvidar al primero en dar un paso al frente, a Álvaro Ramos Chaves. Sin ánimo de revictimizar, más bien intentando que otros no caigan, recordemos que los acosadores no cambian y que los narcisistas serán toda su vida “la divina garza envuelta en huevo”, incapaces de empatía, carentes de buenos sentimientos y de autocrítica.

Veamos nuestra realidad con otro cristal, aunque no debamos quitarles los ojos de encima y tengamos que seguir denunciando, no olvidemos el viejo adagio, “no hay mal que dure cien años”. Este gobierno acabará en menos de tres años, pero no esperemos de brazos cruzados. Cada uno, cada una tiene que ser su mejor versión, tiene que dar lo mejor de sí.

Las y los educadores de todos los niveles de la educación deben esforzarse, aun los jubilados, pues se puede educar en todos los espacios. La tarea es difícil y tenemos rezago, pero no hay reto si vamos cuesta abajo.

Los partidos políticos deben tomar la Bandera Nacional y renovarse, ofrecer nuevas opciones y convencer a nuestros jóvenes de que el futuro es de ellos y que darle la espalda es imposible.

Todas y todos reduzcamos el consumo, reutilicemos y reciclemos, cuidemos nuestro entorno y a la naturaleza. Deshagámonos de los aires acondicionados y viajemos menos.

Los diputados y las diputadas deben concentrarse en apagar los incendios ocasionados por el Poder Ejecutivo, en ser oposición responsable, en vez de pensar en reelegirse. Parecen no percatarse de que gran parte del pueblo costarricense los ve con malos ojos y eso los hace verse peor. Bajarse el salario, aunque sea un poco, les daría algo de credibilidad.

Seamos amables, gentiles y solidarios, tratemos de parar la marejada de odio que han ocasionado primero los fundamentalistas cristianos, luego Chaves, sus troles y sus fanáticos. No nos demos por vencidos, Costa Rica lo merece.

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