Él ya es un hombre grande de más de 70 años, muy exitoso en todos sus negocios y con un diverso portafolio de inversiones. No fue un heredero; al parecer se hizo solo. Su nombre luce en muchas placas, como corresponde a tan generoso filántropo.
Una vez escuché una frase que decía a sus asesores cercanos: ¨por cómo hice mi primer millón, no me pregunten¨. (Por si hay dudas, estamos hablando de dólares).
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Su verdadero nombre era Anna Sorokin, de nacionalidad germano-rusa nacida en 1991, su historia hoy inspira “Inventando a Anna”, la serie de Netflix.
Esta joven de humilde origen se hizo pasar por una adinerada heredera y a través de un montaje de eventos sociales, contactos y sofisticadas fiestas logró engañar a una élite de inversionistas y banqueros neoyorquinos.
Conocida como Anna Delvey estuvo muy cerca de lograr su primer millón.
Falló. En el juicio en su contra se evidenció que aquellos millonarios de Manhattan, Wall Street y Soho estaban más heridos en sus egos al haber caído en la trampa y sentirse utilizados, que por el mismo dinero.
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De las colonias salió ese “primer millón” que permitió el desarrollo de muchos países de la Europa moderna.
La capacidad del viejo continente para la industrialización no hubiera sido tan exitosa sin el control de las tierras expropiadas, sin el oro y la plata saqueados y sin la crueldad del trabajo invisible de varias generaciones de esclavos africanos llevados al continente americano. "Durante los 80 primeros años de la industria moderna, entre 1780 y 1860, el único algodón natural que llegaba al mercado europeo en cantidades importantes era el cultivado por los esclavos” (Sven Beckert, El imperio del algodón).
Podemos decir que en la época de la colonia se origina la economía capitalista, extractivista y desalmada, esa que hoy sigue engordando las billeteras de pocos, ya no con el algodón, pero sí con la extracción del petróleo, el gas y la minería que se realiza en el Hemisferio Sur, para beneficio del desarrollo de los habitantes del Hemisferio Norte.
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Fran Drescher, famosa en los 90 por el papel de The Nanny, lidera actualmente el paro de actores y guionistas frente a la amenaza de Inteligencia Artificial usada por las corporaciones de plataformas de streaming, en uno de sus discursos dijo:
“Somos trabajadores y demandamos respeto, deben compartir la riqueza, porque ustedes no pueden existir sin nosotros”.
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En nuestra finca en San Antonio de Damas vive una serpiente de unos dos metros de largo, no es venenosa, pero sí que entra al gallinero, se come dos o tres huevos frescos y sale. La bautizamos como Corpy, obvio, en honor a las corporaciones.
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¿Cuál sería hoy la situación de muchas de las marcas de ropa líderes que cuelgan en nuestro closet sin haber utilizado nunca mano de obra infantil? ¿Cuáles serían las verdaderas ganancias de las grandes cadenas de supermercados si pagaran a los agricultores el valor real de su trabajo? ¿En qué momento los trabajos relacionados al cuido de niños, enfermos y adultos mayores, posiblemente los más importantes, se precarizaron de tal forma que solo son aceptados por mujeres migrantes o en vulnerabilidad?
¿Cuándo pasó el trabajo de ser fuente de generación de recursos para satisfacer las necesidades reales a ser el instrumento de dominación, avaricia, egoísmo y separación entre las personas? ¿Cuándo pasó la meritocracia a ser un mito?
Haga la cuenta ¿cuántas personas o familias han conseguido su primer millón sin saltarse ninguna de las reglas, sin abusar del sistema, de otras personas o de la naturaleza?
Y termino aprovechando la tonada de Bacilos, cántela conmigo:
Yo solo quiero hacer lo necesario,
para ganar mi primer millón,
porque si tengo una casa grande,
nadie pregunta qué hizo el patrón¨ .
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