Existen muchos tipos de pensamientos, pero todos pueden encerrarse en cuatro categorías específicas:

  • Postivos.
  • Negativos.
  • Inútiles.
  • Neutros.

Para que haya más claridad les cito ejemplos de cada uno.

Pensamientos positivos: serán todos aquellos que nos hacen conectar con emociones bienestar, como “Soy paz”.  “Celebro mis logros, aunque sean pequeños”.  Entonces, la comunicación será mucho más serena, abierta, pacífica, clara y efectiva. En muchos casos, hasta más asertiva.

Pensamientos negativos: precisamente son todos aquellos que definitivamente no nos hacen sentir bien, por ejemplo: “No soy suficientemente bueno para este trabajo”, ó “Que cansado y qué pereza”.  Desde luego, si estamos siempre con un cúmulo de pensamientos negativos, nuestra comunicación será errante, dispareja, agresiva y seguramente poco eficaz.

Pensamientos neutros: son todos aquellos que están regidos por las necesidades fisiológicas y la agenda del día, por ejemplo: “Tengo reunión a las 3:00pm” y “Tengo hambre”. Estos pensamientos nos van a conectar con comunicaciones vacías carentes de vínculo, enfocadas en dar y recibir, especialmente en el trabajo, y sobre todo, poco empáticas.

Pensamientos inútiles (ó basura): estos son todos aquellos pensamientos que nos remiten al pasado o que nos llevan al futuro, nos conectan con la ansiedad y con la nostalgia o tristeza, muchas veces con la frustración, por ejemplo:

  • ¡Si me hubiera divorciado hace tiempo!
  • ¡Si no me hubiera casado con …!
  • ¿Mejor no planear el paseo porque no sabemos si va a llover?
  • ¿Y si me despiden? ¿Y si no me contratan? ¿Y si contratan a otro y le pagan más?

Efectivamente propongo más ejemplos en los pensamientos inútiles, porque con frecuencia nos encontramos “pegados” en esos, además de los pensamientos neutros que son toda la lista de cosas por hacer en el día y los negativos que en definitiva hasta el entorno nos ayuda a vivir conectados a ellos, pocas personas tienen pensamientos positivos de manera constante, y eso tiene una explicación interesante, no nos enseñaron a conocer nuestros pensamientos, la materia “Aprendamos a pensar” no existe en sistema educativo, muchas veces está ausente en el familiar,  tampoco nos damos cuenta de que nos comunicamos y conducimos de acuerdo a lo que los pensamientos en nuestra cabeza, cuando alguien habla de manera altanera, molesta, incomodando a los demás, “choteando” y además recordando el pasado incansablemente es muy seguro que está pegado en pensamientos negativos y basura, su estado será siempre de alerta y es probable que se proyecte como una persona agresiva, por ejemplo en su forma de manejar o comer, las señales a veces son sutiles, podría ser hasta pasivo agresivo como líder o jefatura en una empresa.

Los pensamientos inútiles, nos guiarán hacia una comunicación muy ligada al dolor, el malestar, el sentimiento de culpa, las ganas de llamar la atención, seremos poco asertivos y muchas veces perderemos tiempo en largas conversaciones que no llegarán a nada, es por eso por lo que son basura. ¿Cómo no caer en esto? Reconociendo los pensamientos, parar de hacerlo en un segundo y poner un punto final. Y ojalá, con mucha paz, reiniciar el sistema de pensamientos hacia otros más positivos, por ejemplo, si llevo rato en pensar por qué cometí tantos errores, hago un alto, y comienzo a pensar, cómo puedo aprender de ellos cuál es el mejor camino para no repetirlos.

Cuando no entendamos nuestra forma de actuar o la de alguien más, intentemos ir más profundo y revisar nuestros pensamientos, ahí encontraremos muchas claves. No se trata sólo de decir, ah si claro estoy pensando basura, ¡y no hacer nada al respecto! Definitivamente, se trata de querer mejorar nuestra forma de pensar, para relacionarnos mejor en el trabajo y en la vida personal. Poner un punto final ayuda mucho y se logra hacer en un segundo.

Por eso, hoy les invito a preguntarse, ¿qué están pensando? ¿Cuántos pensamientos positivos han tenido durante el día?

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