Sorpresa personal. Leí en el Reporte Delfino recientemente, que en Costa Rica el apoyo a la democracia bajó en un 11%, lo anterior fue extraído del “Informe 2023 La Recesión Democrática de América Latina”, divulgado por la Corporación Latinobarómetro. Mi primera reacción fue de asombro, me sosegué y luego de un lapso de reflexión las piezas del rompecabezas que nunca quise jugar comenzaron a alinearse.
El poder del lenguaje. Mucho se ha escrito en torno a cómo mueren las democracias, pero es más interesante entender mejor cómo nacen las dictaduras y las autocracias. La muerte de una y el nacimiento de las otras forman parte de la misma dinámica. A diferencia del siglo pasado, la norma no es acceder al poder por medio de golpes militares, la tendencia es lograrlo mediante un proceso electoral medianamente válido y aferrarse al mismo. Pero la clave de los malintencionados es siempre corromper el lenguaje, en nuestro caso el castellano o español, y con ello atentar contra la democracia, puesto que se resignifican los términos y acepciones conforme a la voluntad de quien aspira o detenta el poder en un momento dado. Ludwig Wittgenstein, el gran maestro austríaco dijo que las palabras no sólo describen la realidad, sino que las palabras crean la realidad. A partir de ello, no es de sorprender que utilizando una narrativa alterna (que no siempre corresponde a los hechos), quien aspira a perpetuarse en el poder sea como una culebra que se muerde la cola, porque puede criticar a los otros poderes durante su administración, asignándoles las mayores cuotas de culpa de la que les corresponde a conveniencia, e incluso hipotéticamente fabricar información inexacta de órganos desconcentrados y descentralizados en procura de desaparecerlos en virtud de una agenda que permanece en la sombra, pero que favorece al grupo de interés que representa. No es tampoco de extrañar que en este tipo de giros aspiracionales se presencien con asombro milagros laicos, entre ellos el entronamiento de personas en puestos de poder, sin ningún mérito particular, que giran en el tiovivo de la Administración Pública bajo la atenta mirada de descubridores de talentos que son invisibles para el resto de la población.
La caja china. En lenguaje coloquial, especialmente dentro del contexto político, se designa así a una forma de distraer a la opinión pública acerca de un tema relevante, atrayendo la atención a otra noticia que despierta mucha curiosidad o morbo y que, en realidad, no tiene la importancia del suceso que se pretende encubrir. La estratagema consiste en reducir el impacto de la verdad que el ente poderoso quiere disipar mediante el señuelo de una información falsa o verdadera pero sensacionalista, lo suficiente para generar una gran audiencia y despertar un debate popular apelando a la idiosincrasia o espíritu de un pueblo determinado. Este artilugio potenciado por las redes sociales es un mecanismo de diseño, disfrazado de viralidad informática, y proviene por lo general de los llamados spin doctors (que son estrategas de comunicación y asesores políticos. Además, son especialistas en comunicación que utilizan técnicas y habilidades para publicar un mensaje específico en el público de una manera que causará los sentimientos y reacciones deseados mediante la incorporación de mensajes en los medios y su capacidad para componer el retrato mediático de aquellos a los que representan, por lo que se han convertido en una pieza esencial en la vida cotidiana de cada líder político).
Por ejemplo, nadie niega que la tasa de homicidios en Costa Rica se incrementa anualmente, eso es un mal endémico, sin embargo, esa realidad puede ser instrumentalizada para otros fines, cuando lo cierto es que ni los jueces, ni los oficiales del Organismo de Investigación Judicial, ni la Fiscalía, son los causantes de este fenómeno. Pero, puede ser conveniente atribuirles algún grado de responsabilidad por no poder frenar la violencia, esa discusión mediatizada es una clásica caja china, que dispara, no sin razón, los índices de percepción de la inseguridad de los ciudadanos, que empiezan a sentir que el sistema republicano y el Estado de Derecho les ha fallado, lo que debilita la democracia y podría sembrar la idea de la necesidad populista de un “hombre fuerte” que rompa el orden institucional y “ponga orden” en nuestra patria. Evidentemente, la delincuencia es un fenómeno mucho más complejo que un discurso para ser apaciguada, pero el mensaje es el que muchas personas quieren escuchar, y eso, estimadas personas lectoras, es muy, pero muy peligroso para Costa Rica.
El 30% de las serpientes nacen vivas, pero el resto lo hacen mediante huevos y la democracia puede ser devorada con solo un huevo que genere un ofidio lo suficientemente poderoso y convincente que la devore.
Este artículo representa el criterio de quien lo firma. Los artículos de opinión publicados no reflejan necesariamente la posición editorial de este medio.