El presidente de la república, Rodrigo Chaves Robles, en su habitual conferencia de prensa, afirmó que apoya la discusión del país sobre la exploración y explotación petrolera y de gas natural. Además, dijo que existen personas que confirman la presencia de yacimientos de gran calidad y que es probable gestionar una explotación responsable con el ambiente.

Sin embargo, el jerarca omitió en sus afirmaciones detalles sobre la viabilidad técnica, los alcances, costos y especulaciones de quienes promueven la explotación de hidrocarburos en el país. Asimismo, desconoce que con estas declaraciones pone en entredicho una trayectoria que por décadas ha posicionado al país como ejemplo de desarrollo sostenible y modelo de generación eléctrica sustentable.

Según el Decimoctavo Informe Estado de la Nación, que analiza la historia y los alcances de la exploración petrolera en Costa Rica “…los efectos ambientales negativos podrían resultar más costosos que los mismos beneficios que podría acarrear la explotación de esos hidrocarburos”. Y es que, en su análisis, este informe evalúa el mapa de bloques de exploración petrolera en los que fueron divididas las cuencas sedimentarias de Costa Rica, hace más de 27 años. Esta información no ha sido actualizada desde entonces y de manera muy somera se concluyó que prácticamente todo el litoral pacífico y caribeño, el mar cercano a las costas y la Zona Norte del país tendrían algún potencial.

Ante tal ambigüedad el mismo informe indica: “para etapas de mayor intensidad de trabajo exploratorio y más todavía para actividades de explotación, la posibilidad de que ocurran impactos ambientales negativos de considerable significación es más alta, razón por la cual se califica como actividad de ato riego ambiental”. 

Cabe destacar que desde 1998 no ha habido ningún avance significativo en la actualización de estos estudios. Además, que desde el 2002 con cada gobierno de turno, se extienden moratorias para que se postergue la posibilidad de abrir este peligroso portillo hacia una voracidad que pondría en jaque la sostenibilidad de los ecosistemas marino-costeros del país.

En el 2018, esta insaciable industria llegó incluso a comprometer al gobierno de Noruega (ejemplo que usó el presidente Chaves como modelo a seguir), en los tribunales de ese país por permitir la explotación petrolera en áreas sensibles del Círculo Polar Ártico.

Un modelo compatible con el futuro 

Hace 27 años el mundo era muy distinto. Hoy el modelo de gestión energética de las naciones desarrolladas mira hacia la generación sustentable. Incluso Costa Rica, siendo un país en vías de desarrollo, presenta indicadores de energía limpia envidiables. Para el 2021 el Índice de Competitividad Internacional elaborado por el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) ubicó al país por encima de naciones como Suiza y de la misma Noruega. País que, contrario con las apreciaciones presidenciales, anunció la prohibición total de la venta de nuevos vehículos de combustión para el 2025.
En esta misma línea, países que a finales del siglo pasado e inicios del siglo XXI eran potencias en la explotación de combustibles fósiles, ya anunciaron el fin de esa era. Dinamarca acordó prohibir nuevas exploraciones y poner fin a la producción de petróleo y gas en el Mar del Norte para el 2050, la misma fecha que Irlanda. Francia lo hará para el 2040 y España para el 2042.

Costa Rica es un ejemplo en la región sobre la producción de energía sustentable desde hace 70 años, cuando nuestros abuelos pensaron en la energía hidroeléctrica. Si bien, hoy el país ha consolidado una matriz mucho más diversa, aún tiene un potencial enorme que aprovechar.

En efecto, según datos del Centro Nacional de Control de Electricidad (CENSE) para el 2021 en Costa Rica apenas se aprovechó el 0,07% de la energía solar, el 0,54% de la Biomasa, el 12,5% de la energía eólica y el 12,8% de la geotermia. Lamentablemente, en vez de estar pensando en ideas absurdas, este gobierno debería estar promoviendo nuestra matriz limpia para atraer más inversión, que genere más empleos y riqueza con tarifas más bajas, un mercado más abierto y nuevos negocios que amplíen todo este potencial.

Por más que algunos cuantos traten de engañar a la población, muy probablemente Costa Rica no superará sus desafíos en inversión de obra pública, empleo y transición energética explotando hidrocarburos. De implementarse, esta tecnología no llegará siquiera a dar réditos, porque pronto será completamente obsoleta; no así, la ruta de la energía sostenible.

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