Hoy, sin lugar a duda, en materia sexual, internet excede nuestra imaginación. Abundan escenas que buena parte de la población ni siquiera pensaba que se podían realizar. Observamos actos impresionantes que jamás habíamos visto, prácticas sexuales estrambóticas, que van más allá de nuestra realidad circundante, y todas a menos de un “click” de distancia.
Por eso, es frecuente que las parejas consulten con un sinnúmero de preguntas que oscilan entre las clásicas dudas; que versan sobre el sexo anal, el sexo oral, la masturbación hasta aquellas que abordan temas como tríos, sexo grupal, intercambio de pareja, uso de látigos, prendas de cuero, temas recurrentes en muchas páginas de Internet.
Concomitantemente, con montajes y trucos cinematográficos estos sitios virtuales muestran escenas totalmente ficticias y hasta peligrosas, que los actores realizan como si fueran “naturales y espontáneas”, provocando en el espectador una enorme confusión, sobre todo cuando las prácticas les resultan irrealizables o poco gratificantes.
Por eso hoy, “como nunca antes”, la población se cuestiona la normalidad sexual. Hoy, como “nunca antes”, el costarricense se pregunta ¿cuál es límite? Hoy, como “nunca antes”, el individuo promedio se debate entre el miedo y la sana curiosidad sexual. ¿Qué es normal?, ¿qué se puede hacer y qué no se debe hacer? Estas son preguntas que surgen en el cada día de las parejas. Afortunadamente, la ciencia ha dicho presente, dando respuestas diáfanas que nos sirven de brújula en este laberinto sexual que plantea internet y la vida misma. Hoy, los postulados científicos que diferencian lo que es sano de lo que es nocivo ya están establecidos de manera categórica.
Aun cuando existen múltiples criterios quizás el más generalizado entre los sexólogos contemporáneos, es considerar como sana cualquier práctica sexual que cumpla con tres grandes requisitos: Que se realice con total consentimiento. Que no provoque ningún daño. Que resulte grata o agradable.
Es decir, hoy entendemos la sexualidad como un gusto, como una actividad lúdica, como una actividad tan personal, en la que, aunque suene un poco atrevido, “todo se vale”, en el tanto no dañe, no se obligue y se disfrute.
Por eso, la recomendación para las parejas que quieran convertirse en diestros amantes, es dejarse guiar por las señales que emanan del cuerpo. Darle al cuerpo lo que el cuerpo pida y zambullirse de lleno en la experiencia del placer sexual, llevando la sexualidad y la ternura hasta sus últimas consecuencias, sin atender los prejuicios y censuras que ensombrecieron por años la vida sexual de la humanidad.
Sabemos que las personas tienen gustos sexuales muy variados, lo que a unos enloquece y fascina a otros les resulta indiferente o hasta repulsivo. Por eso, las parejas tienen que conocerse sexualmente, explorar la sexualidad a fondo para así determinar cuáles prácticas resultan agradables para incorporarlas a la vida íntima. De igual manera, identificar aquellas que generan rechazo y aversión para excluirlas del menú sexual y desde luego, entender y respetar la negativa de la pareja a realizar aquellas que le resulten poco estimulantes.
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