Los países latinoamericanos y del caribe sufren diversos retos nacionales de considerable importancia. En no pocos casos, la pandemia por COVID-19 vino a exacerbar esos problemas. Por si no fuera poco, la guerra en Ucrania tiene un impacto en las economías regionales nada favorable.
Estamos hablando que nuestras naciones sufren de inflación alta, desempleo, informalidad en el trabajo, economías ralentizadas, rezago educativo, infraestructura deficiente, altos índices de pobreza, así como una polarización política y social que tienden a debilitar los regímenes democráticos.
Muchos de los líderes políticos latinoamericanos y caribeños, con buena razón, se han visto en la necesidad de sofocar los problemas inmediatos, buscando cierta estabilidad, dejando de lado transformaciones importantes de cara a un crecimiento sostenido, que genere desarrollo y bienestar para todas las personas.
Ante una situación tan compleja y en un esfuerzo por retomar la Agenda 2030 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) ha propuesto aprovechar oportunidades de crecimiento que la región tiene para dar un salto cualitativo hacia adelante.
Como bien lo señala el secretario ejecutivo de la CEPAL, José Manuel Salazar:
la región debe superar fracturas o polarizaciones y apostar hacia un fortalecimiento regional y del multilateralismo.
La CEPAL ha señalado un conjunto de áreas donde se puede avanzar en una ruta común, como por ejemplo el ecoturismo, la economía circular, la sociedad del cuidado o la electromovilidad urbana, por mencionar algunos. Estos sectores de oportunidad pueden servir como verdaderos impulsores del crecimiento y contribuir a retomar mucho del tiempo perdido.
De la misma forma, cualquier estrategia nacional o regional que pretenda ser exitosa debe contar con el apoyo del sector privado y la sociedad civil. Retomo nuevamente las palabras del secretario ejecutivo de CEPAL cuando dice que:
las políticas basadas en el enfoque de clústeres, que se nutren de la colaboración entre el sector público, el privado y el académico desde el nivel local, pueden ser un instrumento valioso.
En efecto, desde el nivel local hasta la cooperación entre los países del continente, con el apoyo multilateral de socios extra regionales, la posibilidad de crear esos nichos comunes de mercado es una excelente oportunidad para la generación de progreso que tanto se espera.
En este contexto, la cooperación internacional es un complemento necesario a la inversión regional para impulsar el crecimiento y el desarrollo. Ya España ha comprometido casi 10.000 millones de euros para que, en conjunto con el resto de la Unión Europea, se pueda establecer un plan de inversión comunitaria hacia América Latina.
Ese fortalecimiento de los lazos de comercio y cooperación entre Europa y América Latina y el Caribe, así como el plan de inversiones, son temas a tratar en la próxima cumbre EU-CELAC que se celebrará en Bruselas durante los días 17 y 18 de julio. La propuesta de CEPAL es un excelente punto de partida para poner de acuerdo a los principales líderes políticos latinoamericanos y caribeños en esa urgente y necesaria agenda común, que puede constituir un verdadero punto de inflexión ante la situación de estancamiento económico y social en que nos encontramos. Confiemos en que la oportunidad que se abre no sea desaprovechada.
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