El Conservatorio de Castella, y voy a decirlo así, no fue nunca sus instalaciones. De hecho, me acongoja recordar la situación hasta "tugurienta" que tenían mucho de sus espacios, realmente poco aptos o no aptos según los estándares educativos que se exigen hoy en día. Muchísimas veces nos escapábamos del Colegio por la pista o caminando 400 metros de cafetales y agarrando buses públicos en media calle porque casi ni aceras había. Cuántos se iban a meter a las riveras del río o a las partes de lejanas a fumar marihuana, cigarros normales y lo que ustedes quieran imaginar, y nunca pasó nada. Baños impresentables y un comedor que pasaba de lugar de alimentación a que mesas quedaran llenas de óleos, aceites, plomo de los materiales, para que al día siguiente miles comieran sobre las mismas mesas. Si hubiéramos dependido de las instalaciones para medir la calidad de educación la verdad no entiendo ni cómo lográbamos sostener ese amor por el arte, me atrevo a decir que cada uno tenía una seria vocación y pasión por eso, definitivamente.

Muchos gozamos, además, de tiempos increíblemente permisivos en los cuales don Arnoldo con una circular firmada o sin ella, nos sacaba de aulas y movía a medio o todo el colegio, a cualquier hora a paseos, al teatro Castella, a presentaciones fuera del centro, sin seguro de vida a cada estudiante, ni medio documento que hoy en día pide el MEP de forma obligatoria por cualquier interés de mover al estudiante del centro de estudio. Solo por ser otra sociedad, de verdad nunca pasó nada grave. Hoy en día, todo esto es impensable. Milagros y magia absoluta. Nos protegían los dioses definitivamente.

La lucha posterior a la muerte de don Arnoldo, de mejorar las instalaciones es épica y muy compleja. Son terrenos enormes, escuela-colegio y teatro, un tamaño inmenso para una escuela actualmente pública en su totalidad, sino la más grande del país. Se han mejorado muchísimo, y claro en comparación con su estado anterior se ve de lujo, pero aún falta un gran trayecto. Muchas aceras y pabellones no están niveladas y la adecuación a la Ley 7600 está en deuda en muchas de sus áreas. Mi padre, Luis Guillermo Brenes Quesada doctorado en Geografía de la UCR, desde 1984 que vio el colegio por primera vez dijo, a este colegio sino le hacen contención va a tener problemas constantes o en potencia, de derrumbes. No ha pasado porque los dioses los siguen protegiendo, pero hasta cuándo.

Debemos ser objetivos y que un colegio esté funcionando no significa que esté óptimo, ya que son dos cosas muy distintas. Es un ente educativo demasiado grande para que el estado, el MEP, pueda invertir con efectividad en él (ya todos somos conscientes de sus carencias, limitaciones y miles de deudas con gran cantidad de otros centros, en especial en lo rural), lo hace un tema de utopía. Lo privado dado en donaciones, patrocinios, bien manejado pueden aportar mejoras a un colegio que merece ser referente a nivel centroamericano, si no mundial. Voy a ponerme soñadora y hacer mi carta al niño, con todo el amor de egresada castellana que soy:

  • Un teatro o foro con todos los requisitos dentro del centro educativo para que todas las actividades artísticas y ensayos de los grupos puedan realizarse dentro del centro, y así además ya tener un parqueo propio que facilite la asistencia de las familias a los eventos.
  • Mantener el teatro actual y restaurarlo para que cumpla con todas las actualizaciones según la ley tanto de lugares de espectáculos tanto como la 7600, y mantenga equipos y precios regulares a los teatros estatales y se alquile con óptimas condiciones para artistas y convenciones. Al mismo tiempo ampliar su estructura para que se convierta en un centro de difusión artística comunitaria, donde los estudiantes tengan un espacio laboral accesible en costos para abrir sus clases una vez egresados. Que otorgue además residencias artísticas nacionales e internacionales para promover la producción e investigación del arte.
  • Que el gimnasio, alias La Mantequillera, sea finalmente adaptada a los espacios deportivos y arte con la cual pueden desarrollarse muchas más opciones de clases y disciplinas y dar un espacio familiar y estudiantil de mejor rendimiento y aprovechamiento.
  • El anfiteatro debe ser reconstruido y dotado de un estilo artístico y estético, al mismo tiempo que equipado para ser usado sin problemas durante la época del verano.
  • Convertir al Castella en el Primer Colegio Técnico-Artístico de la región, en el cual se amplíe a un año más de estudio (de forma opcional) a las personas que gusten obtener un Técnico completo (actualmente es técnico medio), para dar mayor competitividad a los graduandos en el área laboral y mayor inducción a crear sus propios emprendimientos de la mano de cursos que les instruyan en gestión cultural, producción, uso de las tecnologías digitales y ampliar a cursos del STEAM que los motiven además en incursionar y profundizar en ramas nuevas del arte. Con el tiempo gestionar más sedes fuera de la GAM del Castella.
  • Que sus accesos sean mejorados en infraestructura para el transporte público, para que profesores, padres y estudiantes que vengan por estos medios tengan mayor seguridad, con puentes con pasos seguros para el peatón, paradas de buses, y arte circundante a sus alrededores.

Quiero cerrar diciendo que aplaudo enormemente a todas las personas que han hecho posible que el colegio siga en sus labores y su titánico trabajo por hacerlo mejor cada día. El país ha visto morir instituciones que debieron subsistir (el InBio por ejemplo), y no podemos darnos el lujo de perderlo también, aún cuando erróneamente los gobiernos ven al arte como un simple entretenimiento de lujo.

Hoy hay una disputa que debe primero ser resuelta desde la legalidad, antes de llamar a marchas y provocar histerias, las partes deben sentarse a aclarar los nublados del día, ser serenos ante los resultados inesperados, e iniciar un diálogo que genere producir las soluciones, pensando no en la inmediatez, sino en como mejorar y alargar la continuidad de este patrimonio nacional que es el Conservatorio de Castella, que definitivamente su inmaterialidad, es la que nos llama cada 6 de junio, a reconocernos como sus hijos y proteger su legado.

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