Tomé prestado el título de una charla en que escuché a la psicóloga Pilar Sordo referirse al concepto y pensé elaborar algunas ideas al respecto.
Así vivimos.
Siempre hemos querido vivir en paz con nosotros mismos, pero además desde muchos siglos atrás, igual hemos buscado la felicidad de muchas maneras. Eso ha sido muy pertinente, hoy con muchísimo más conocimiento, sobre todo por lo aportado por la neurociencia y la psicología positiva sobre estos temas, podríamos lograrlo, aquí y ahora.
Hoy estamos convencidos de que más, es más, más actividades, poseer más productos de la sociedad del consumo, trabajar más para consumir más, así podemos ser felices. Al circunscribir nuestra paz y felicidad en lo externo, en lo que tenemos poco control, es por eso por lo que se nos vuelven tan efímeras. Si la paz y la felicidad de una persona dependen de la posesión de cosas, pasa a depender de ellas. El secreto está en vivir con lo que tenemos y no estar deseando lo que no tenemos.
En esta sociedad consumista, nuestros esfuerzos diarios van orientados a hacer jornadas laborales interminables y tan estresantes que nos quitan la salud por escalar en nuestro nivel de vida, que poco tiene que ver con la calidad de vida.
Buenas intenciones
Con frecuencia nos llegan por las diferentes vías digitales, frases hermosas, inspiradoras, llenas de muy buenas intenciones y sabios consejos, muchos de ellos con soporte científico, de inmediato las reenviamos a las personas contactos que tenemos en las redes, con la mejor de las intenciones, primero, porque esas frases hermosas coinciden con nuestros anhelos y deseos más íntimos, y segundo, con el fin de mostrarles que hay reales posibilidades de vivir una calidad de vida diferente, sana, en paz y llena de felicidad. Pero de ahí no pasamos, luego llegan y llegan más correos, notas y demás y nos olvidamos muy fácilmente de esas frases inspiradoras. No emprendemos ninguna acción, nada, o sea, no pasó de ser una buena intención y una linda frase.
Las buenas intenciones son válidas, es un buen comienzo, más nunca suficiente.
Queremos lograr lo mejor de lo mejor, la paz y la felicidad, ojalá sin esfuerzo alguno, con pastillitas compradas en las farmacias, con infusiones y sesiones de toda índole, brincamos de una opción a otra, siempre con la esperanza de lograr la paz y la felicidad con el mínimo esfuerzo posible, y eso, evidentemente, jamás será posible.
La paz personal es esa sensación de satisfacción emocional y espiritual, que se origina desde lo más profundo de nuestro ser. Es una sensación de profunda tranquilidad; que nace de poder gestionar los pensamientos disruptivos, inquietantes y hasta inútiles, que nos agobian diariamente, así como las emociones. y que ambos mal gestionados nos impiden crecer hacia el logro de nuestro propósito de vida. Los pensamientos no son verdades, y se gestionan de manera similar a las emociones. Pensamientos, emociones y conductas están relacionados y ocurren en ese orden.
Las emociones no se controlan, se gestionan, y eso es posible aprenderlo. Son muy pasajeras, vienen y van constantemente, la mejor manera para gestionarlas es simplemente no reparar en ellas, dejarlas pasar, ya sea generando una distracción inmediata o acudiendo a una profunda respiración consciente, hágalo diez veces y cuando hayan terminado, se darán cuenta de que las emociones pasaron sin pena ni gloria. Es importante tener esa acción consciente, ya que de lo contrario se convierten en conductas, (acciones), y podrían resultar muy inconvenientes para nuestros intereses de paz interior y felicidad.
La espiritualidad es bastión clave para el logro de nuestra vida buena, no es sinónimo de religiosidad, aunque ciertamente la práctica de la religión, cualquiera que sea, respetando las predicas y doctrinas, conlleva una vida muy espiritual, lo que evidentemente es muy positivo. Tiene que ver con la vida interior, es como cada uno entiende el mundo en su fuero interno.
La meditación, sentirse profundamente conmovido por la música, apreciación de las bellezas que nos depara la naturaleza, tener conversaciones con uno mismo, serias y profundas, son ejemplos de actos de espiritualidad. En síntesis, es el desarrollo de una vida más consciente, de un mayor y continuo autoconocimiento.
La felicidad es una manifestación subjetiva de cómo me siento con mi propósito de vida.
Importante, es una valoración subjetiva, lo que significa que la vivencia de la vida buena es totalmente personal, no es endosable a terceras personas, y que lo que para mí puede ser un momento de felicidad, para otra persona no lo es.
Propósito de vida es semejante a tener una hoja de ruta que oriente nuestra vida, para tenerlo más claro, responde a la pregunta ¿para qué estamos en la vida?, es ese motorcito interno que nos impulsa a levantarnos cada día para con la mejor versión de uno mismo, ir gestionando de la mejor manera posible ese día, acorde con el propósito trazado. Decía Nietzsche que quien tiene un para qué, fácilmente encontrará un cómo. La meta, (el cómo) nos da dirección, el propósito nos da significado.
Un ejemplo sencillo de redacción de un propósito sería, vivir una vida plena en cada momento de mi vida y ayudar a los otros a que lo logren también, Siempre tiene que estar presente el otro, sino sería un acto que podría ser narcisista si solo se enfoca en el yo.
Ser valiente es cuando una persona actúa con decisión y firmeza frente a los miedos, inquietudes y dudas del diario vivir. Cuando es capaz de posponer sensaciones y recompensas inmediatas por un bien mayor posterior. La resiliencia y la valentía tienden a parecerse, aunque no son sinónimos.
En ocasiones se relaciona la valentía con grandes actos, aunque está presente también en actos pequeños, sencillos, que hasta pueden parecer triviales a los ojos de algunas personas. La persona valiente no actúa en función de los demás para tener sus minutos de fama, o para quedar bien con otros, aunque no esté de acuerdo con la situación, al contrario, la persona valiente es capaz de ser congruente con sus valores, sus actos están cargados de ética y moralidad y sobre todo actúa de acuerdo con su propósito de vida.
El cambio interior
El cambio interior, por más simple que parezca, requiere de mucha valentía, de manera superlativa. Cuando se trata de proponer y lograr cambios hacia nuestro exterior, estamos más dispuestos y todo lo que eso significa. Sostener el estatus quo es lo que prevalece, no hacer cambios de ningún tipo que represente algún riesgo, a nuestro cerebro le encanta esa situación. No es posible optar y lograr cambios a lo interno si no tenemos la valentía suficiente, ya que presupone, postergación de recompensas y sensaciones inmediatas, entre otras varias cosas más, por eso es pertinente decir que la paz y la felicidad son para valientes.
Atrévase a ser feliz.
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